Seguramente en esta época del año ya estás sintiendo cómo el cansancio y el agotamiento comienzan a hacer estragos en tu mente y en tu cuerpo. Si es así, te cuento que las flores de Bach pueden ser muy útiles para darnos un empujoncito en estos meses que quedan.
Yo probé por primera vez las flores de Bach el año pasado, cuando mi psicóloga me ofreció realizar esta terapia de la que yo había escuchado mucho, pero no sabía exactamente qué eran ni en qué consistía el tratamiento. ¿Se comen?, ¿es algo esotérico? Entonces investigué un poco y me decidí a ver qué tal.
Las flores de Bach son un grupo de esencias de distintas flores silvestres estudiadas e investigadas por el Doctor Edward Bach en los años veinte. Este doctor oriundo de Gran Betaña, definió 38 tipos de flores que podían ayudar para distintos problemas emocionales, como la depresión, la angustia, el miedo, la ansiedad y el estrés, entre otros.
El doctor Bach, como ya está más que comprobado hoy en día, postulaba que las enfermedades físicas tenían su causa en las emociones negativas que no tratábamos. Las 38 flores que descubrió las clasificó en siete grupos principales: flores para los temores, para la incertidumbre, para el desinterés por el presente, para la soledad, la desesperación, para aquellas personas a las que les importa mucho lo que opinen los demás de ellas y para quienes sufren por los problemas ajenos.
Cada esencia floral es específica, por lo que cada persona puede realizar un tratamiento personalizado agregando las esencias que sirven para sus problemas. Las flores se realizan agregando una o dos gotas de cada esencia elegida en una mezcla de agua mineral con brandy o coñac (para preservarlas). Esto se hace en un pequeño frasco con gotario y se deben tomar gotas a lo largo del día.
Se recomienda no agregar más de siete esencias de flores en cada preparación, para ello debemos enfocarnos en lo que más necesitemos en ese momento: aliviar la pena, la sensación de ira, dificultad para expresar lo que sentimos, etc. Se puede asistir a un terapeuta (como lo hice yo), comprar flores ya preparadas que hoy venden hasta en los supermercados, o preparar uno mismo las flores, lo importante es utilizar las esencias adecuadas para que nos sirvan.
En mi caso, mi psicóloga me preguntaba cada vez que me preparaba las flores qué sentía yo que necesitaba y anotaba una lista. Luego, tomaba un cristal y a modo de péndulo lo colocaba sobre cada frase que escribía. A veces el cristal comenzaba a girar muy rápido, entonces ella sabía que esa esencia debía incluir en la mezcla. Me sentía como en una sesión de ouija, pero así es como el cuerpo habla y te dice lo que necesita.
Las flores de Bach me ayudaron a bajar la ansiedad que sentía, a estar más tranquila y menos nerviosa, pero no fue algo milagroso ni de un día para otro. Cuando las empecé a utilizar, aún no era capaz de abrirme totalmente con mi psicóloga así que creo que eso influyó en que quizás no siempre haya utilizado las flores correctas.
Sin embargo, a algunas amigas y a mi mamá, las flores les funcionaron mucho más rápido y notaron una diferencia mayor que yo cuando las empezaron a tomar.
El truco para que den buenos resultados es preguntarse a uno mismo y analizar qué es lo que sentimos y para qué creemos que podemos necesitar flores de Bach. ¿Estoy estresado?, ¿me enojo con facilidad?, ¿tengo ganas de llorar todo el tiempo? Con un buen autoanálisis es más probable que aciertes a las esencias correctas que necesitas y su efecto sea mucho más potente.
La terapia de Flores de Bach no tiene contraindicaciones y no tienes que estar enfermo para utilizarlas, basta con que te quieras sentir mejor. Incluso los bebés y los animales pueden usarlas (claro que en ese caso no se les agrega alcohol).
Así que si quieres combatir el estrés, mejorar la concentración o elevar tu estado de ánimo con una alternativa natural y poco invasiva, las Flores de Bach son una excelente opción. Sólo recuerda definir bien lo que sientes para que puedas sacarle el máximo provecho a cada preparación.