Con la reforma educacional y el debate en torno a qué elementos debiéramos comenzar a imitar de los exitosos modelos extranjeros, hemos podido conocer -en parte- la realidad de los estudiantes de países desarrollados, cuyos sistemas educacionales se destacan por sobre el resto en las evaluaciones internacionales.
En un artículo publicado el fin de semana por La Tercera, los profesores chilenos Jorge Ulloa y Arturo Escandón, relataron cómo ha sido su experiencia enseñando a alumnos japoneses y cómo influye ese exigente modelo en la personalidad de los adolescentes nipones.
El primero, explica que "la presión que tienen los alumnos japoneses en sus últimos años de escolaridad es muy fuerte. A las nueve de la noche es común ver por la calle a los estudiantes que están volviendo a sus hogares. En Japón lo que importa es quedar en una buena universidad, por eso preparan mucho la prueba. Las empresas buscan empleados de las mejores universidades, da lo mismo la profesión".
"Por eso es más estresante el colegio que la universidad. Está comprobado con estudios. De hecho hay altos índices de depresión, incluso de suicidio. Es un sistema muy exigente para los alumnos, pero sí creo que tiene un punto valorable que Chile no posee. A los 17 años el chileno tiene que decidir qué estudiar y a qué dedicarse el resto de su vida. Puede ser una decisión apresurada. Es algo que en Japón no se encuentra. Da lo mismo lo que se estudió porque la empresa perfecciona y capacita. Por ejemplo un familiar estudió literatura inglesa y trabaja en finanzas. Esa versatilidad hace que los despidos y deserción laboral sean bajos", agrega.
Por su parte, Escandón señala que si "los estudiantes chilenos son personas maduras" que "pelean por sus ideales", en Japón son lo opuesto".
"Desde los 60 que los estudiantes no protestan. Es una sociedad que tiene todo resuelto. Hay mucha superficialidad. Importa el maquillaje, la vestimenta o parecerse a tal persona. Como profesor es muy duro enfrentar eso. No suelen existir las preguntas en clase. Hay profesores que pasan por serias depresiones por lo mismo. Yo tuve la mía. No sabía qué sentido tenía enseñar si no querían aprender. El punto de quiebre fue una vez en que sonó un celular en clase y el alumno contestó".
Imagen: Facebook/ Jorge Ulloa