La pérdida de alguien no sólo afecta a sus familiares, sino también a su entorno, eso incluye a sus compañeros, profesores, directores y personal dentro del establecimiento, por lo que sus amigos del colegio no son personas ajenas al luto y la pena que se vive, cuando muere un alumno. Al final, no importa si el alumno en cuestión era “bueno”, “desordenado”, “mateo”, “medio loquillo”, etc.
Lo más cerca que estuvimos de esta situación, fue cuando se murió un estudiante de otro curso menor, en un medio de un accidente de tráfico. Yo no lo conocía mucho, sólo lo ubicaba, aunque se podía ver por los rostros de sus compañeros que esa noticia les afectó bastante, se les veía legítimamente bajoneados, especialmente a los que eran más amigos de ese compañero.
El colegio optó como medida darles tres días libres a los alumnos de ese curso, porque era obvio que no iban a poder volver a sus actividades normales de un día para otro. Para cuando volvieron, tuvieron hartas charlas con el psicólogo del colegio, porque si bien ellos tenían pena, también debían entender que seguir adelante no significa olvidarse del compañero que murió, total, esto es parte del ciclo de la vida.