Ahora que lo miro desde lejos, es gracioso recordar que yo fui la hija del profesor jefe y más encima de matemáticas. Cuando estaba cursando cuarto medio, mi papá fue el profe y en un principio me sentí extraña, invadida y un poco molesta porque estaría presente en todo.
Mi papá se llama Patricio y es de esos profes que son buena onda, pero exigentes y durante toda mi época escolar estuvo presente y enseñándome, aunque no aprendiera casi nada , JA. Creo que una desventaja de ser la hija del profe es que debes ser casi la alumna perfecta, la de buena conducta y de buenas notas, pero yo nunca lo fui y sientes que la mirada de todos está sobre ti. Además, el papá – profe está observando cómo te relacionas con tus pares y muchas veces producto de la adolescencia haces cosas propias de la edad, que te arrepientes o no. Pero bueno, está ahí el papá mirando lo que sucede.
Pero también es importante destacar, que una de las tantas ventajas que tu papá sea el profe jefe es que siempre se va hacer el tiempo para enseñarte, especialmente cuando se trata de su materia. También que por ser la hija del colega te puedan dar una mano y subirte un par de décimas cuando son vitales para aprobar el ramo, JA.
Recuerdo que una vez mi papá nos tomó un ensayo PSU y cuando tuvo que entregar los resultados me encaró por el puntaje que había sacado en la prueba de matemáticas. Me sentí pésimo porque me dijo que con ese puntaje no llegaría a ningún lado, típico de los papás. Esa vez no me gritó pero su tono fue hiriente y me sentí muy mal ese día y le respondí que eso no sería así.
En fin, creo que somos privilegiados las que somos hijas de profesores y sobretodo cuando compartimos con ellos en la sala de clase, genera mayor confianza y los lazos familiares se estrechan aún más, desde mi experiencia.