Según la RAE, semanero es aquel que ejerce un empleo o cargo por semanas. En el colegio, es un puesto que nos da la responsabilidad de mantener el orden y la limpieza del curso durante un plazo determinado. Uno se transforma en una especie de policía de la limpieza y tiene la autoridad de imponer choreza y decirle a los demás que no sean cochinos. No sé cómo será en la mayoría de los colegios, pero en los cinco que estudié, el trabajo de semanero era grupal. Éramos cuatro y nos asignaban por los apellidos. Comenzábamos los primeros cuatro de la lista y así hasta los siglos de los siglos.
Cuando uno es semanero quiere hacer todo rápido y reza todos los ave maría que pueda para que Diosito se apiade de nosotros y al final de la clase la sala no quede tan sucia y desordenada. Ok, pareciera que es un trabajo esclavizador y no es taaan así, pero lo cierto es que es una lata mundial tener que quedarse después de clases limpiando algo, sobre todo cuando en nuestra vida cotidiana uno con suerte se baña y no lava un plato en la casa. Más encima, suele suceder que justo la escoba, que el curso compró con mucho esfuerzo, desaparece o se la roban o se rompe. En ese momento hay que ir en busca de un auxiliar buena onda que te preste alguna cuestión para poder acarrear la basura.
Sin embargo, para un semanero no todo es barrer, también hay que subir las sillas a las mesas, acomodar la cortinas, borrar la pizarra y aquí me quiero detener. La pega del semanero es exhaustiva según la jornada. Me pasó que luego de un arduo trabajo en la sala de clases, con mis colegas semaneros quisimos darnos un minuto de distensión y para eso qué mejor que aprovechar la inmensidad de la pizarra en la soledad del aula. Claro, ese gran acrílico blanco en el que el profe escupe todo su conocimiento. Agarramos un plumón de origen desconocido ( pues lo encontramos detrás de un estante) y comenzamos a escribir y dibujar cosas relacionadas con nuestro querido director, profesores de inglés y de taller literario. La inspiración fue tal, que no nos logramos percatar a tiempo que el plumón que utilizamos era permanente. Como mencioné anteriormente, siempre hay un auxiliar buena onda. Aun no entiendo cómo tuvimos la suerte de que este señor tuviera acceso a una botellita de alcohol. Quizás lo robó del botiquín o algo por el estilo. Tampoco entiendo cómo pudimos llegar a ser tan giles para escribir una serie de estupideces con plumón permanente en la pizarra, sin darnos cuenta.
Ser el encargado de colaborar con el aseo de nuestra sala de clases de vez en cuando no es tan malo. Yo pensaba que a todos nos había tocado alguna vez, pero tengo amigos que nunca tuvieron el privilegio de ser elegidos por el destino como semanero, qué fome. Ser semanero es bacán.