El año pasado fue un año de manifestaciones. No solo los estudiantes se tomaron las calles de Chile para protestar en pos de una mejor educación, también lo hicieron los “ecologistas”, quienes se mostraron en contra de la instalación de una serie de propuestas energéticas, entre ellos Hidroaysén, un mega proyecto hidroeléctrico que estaría ubicado en los ríos Baker y Pascua en la XI región.
La verdad es que el tema, entre dimes y diretes, no estaba en nada. Se esperaban permisos, y seguían las discusiones respecto a la parte del proyecto que faltaba ser aprobada: la línea de transmisión, que llevaría la energía desde las centrales hasta otras regiones al norte del país.
Y luego de todas las discusiones que se han generado en torno al proyecto, ayer se dio una importante noticia: Colbún, empresa que tiene el 49% de las acciones de Hidroaysén, paralizó los estudios de impacto ambiental, argumentando que se debe llegar a un consenso en el Parlamento con el fin de encontrar una política energética que represente a todo el país.
Ciertamente, el debate de Hidroaysén no va en cuán feas se verán las líneas de transmisión, si es que estas efectivamente van sobre el suelo, o qué pasará con las áreas que se inundarán y cómo se afectarán los ríos con la construcción de estas cinco represas. Además de estos grandes impactos ambientales y sociales, está el debate de cuál es la política energética del país.
Chile no ha definido qué matriz energética utilizar, y si bien existen diversos tipos como la hidroeléctrica, solar, eólica o termoeléctrica, entre otras, hay ciertos aspectos respecto de la sustentabilidad que puedan tener estos proyectos a futuro. Si bien hay unos más contaminantes que otros, se necesita energía para el desarrollo de una nación, por lo tanto se hace imperativo elegir. La pregunta es, a qué costo.
Existen una diversidad de temas sobre los beneficios que puede traer la instalación de Hidroaysén en la región, ya sea en materia económica o social, pero existe un patrimonio irrecuperable que se perderá con su instalación. Este tipo de temas abre un debate importante sobre qué se está dispuesto a sacrificar y qué es lo que se busca obtener. Todo tiene un costo y beneficio, pero lo más importante es qué le quedará a las futuras generaciones.
Mi intención no es mostrarme a favor o en contra de Hidroaysén, la cuestión es abrir un debate, informarse, y en base a eso afiliarse con una postura. Y ustedes ¿qué opinan al respecto?, ¿creen que Chile debe sacrificar tanto para obtener la energía necesaria para el desarrollo?, ¿quiénes, creen ustedes, serán los reales beneficiados con este proyecto?
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El debate de Hidroaysén
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Aaron