No importa la edad que tengas, lo cercano que te sientas a ellos o lo involucrado que estés en la vida familiar, el divorcio es un hecho doloroso en vida de cualquier persona. Y a ti, como parte de tu núcleo, te puede afectar de alguna u otra manera.
El enfrentar la ruptura de tus padres siempre será duro. Así hayas visto que la relación entre ellos no era la mejor, la idea de tener a nuestros padres juntos es algo que siempre añoramos. Algunos no crecieron con este privilegio -conozco muchos amigos cuyos padres se divorciaron antes de que ellos tuvieran conciencia de lo que pasaba-, pero cuando ya estamos "más grandes" y somos conscientes de los hechos, por supuesto que nos pegará más.
El sitio Safeteens.org comenta que es normal que sientas algunas de estas emociones: sorpresa (si no esperabas esta decisión); rabia (que puedes dirigir a tus padres o hacia otras personas); tristeza; culpa (muchas veces pensamos que el divorcio puede ser nuestra culpa); ansiedad por el futuro, miedo de quedar solo y hasta en algunos casos, alivio (sobre todo si la relación en tu hogar era muy tensa y tus padres peleaban mucho).
Cómo llevar estas emociones puede ser un poco complicado, pero debes saber que muchos han pasado por lo mismo y si, uno termina de pie. Es decir, la vida continúa aunque al principio el shock no te deje ver más allá.
En tanto, un artículo del Huffington Post sostiene que no importa la edad que tengas, tienes que dejar que las emociones fluyan. Porque por más que ya seas mayor -cronológicamente hablando- el divorcio de tus padres puede desatar memorias el pasado, de cuando eras chico. Ellos recomiendan ser gentiles con nosotros mismos, es decir, tener las emociones y no culparlas por sentirlas.
La publicación también nos recuerda que como en todo proceso que se involucren emociones, debes hablar con tus padres. Decirles qué estás sintiendo y cómo divisas el futuro. Y debes evitar cualquier tipo de conflicto "es que mamá me dijo... y papá dijo". La conversación es sobre lo que tú sientes.
Debes evitar caer en los extremos o "lados". Esto no es una competencia para ver qué equipo gana y no debes sentirte atrapado en ninguno de las dos esquinas. Y claro, es normal que dependiendo de las características del divorcio, sientas que es más culpa de uno que de otro, y eso puede ser parte de la conversación pero ellos no deben usarte como intermediario.
Si tienes hermanos, también habla con ellos. Seguramente están pasando por una ráfaga de emociones también y el poder contar con el apoyo de ellos te ayudará a ir pasando la sorpresa y la rabia.
Recuerda que debes tratar de vivir más en el presente. Es decir, no te debes preocupar tanto por el futuro. Las decisiones de tus padres pueden afectar algunos de tus planes, pero el preocuparte por ellos te dará más angustia. Habla con ellos sobre esto para que lleguen a una solución en conjunto.
A veces el divorcio hace que pongas las prioridades de tus padres por encima de las tuyas, pero tú no eres el encargado de solucionar los problemas que ellos tienen. Sigue haciendo lo que más te gusta, practica tus deportes favoritos, tus hobbies, apóyate en tus amigos -que seguramente muchos han pasado por esto-. Si la tensión es muy grande en tu casa, averigua si puedes quedarte con algún familiar o amigo cercano hasta que las cosas se calmen.
Por último debes recordar que el divorcio no es el fin de la familia. Tus padres -así no vivan juntos- cumplirán su función toda la vida. Es un proceso que llevará adaptación al cambio, nuevos esquemas y a veces nuevas normas. Pero si dejas que tus emociones fluyan, no te enfocas en lo negativo y tratas de recordar las cosas buenas que cada uno de tus padres aportaron a tu vida, esta etapa pasará y pronto verás que otras oportunidades se abren en el camino.