Mucho se ha comentado sobre la “crisis de representatividad” en estas últimas elecciones presidenciales que dejaron nuevamente a Michelle Bachelet como Presidenta de Chile. Pero, ¿sabemos realmente qué significa este tipo de crisis para nosotros como estudiantes?
Desde esta vereda es medio complicado determinar qué piensan los estudiantes secundarios sobre la presidenta electa. Incluso dentro de las dos organizaciones más connotadas como lo son la CONES y la ACES, hay diferencias fundamentales en materia política.
A pesar de señalar que sus opiniones no representan a la Coordinadora Nacional de Estudiantes Secundarios (CONES), su vocero, Moisés Paredes, reveló públicamente su apoyo a la candidata de la Nueva Mayoría.
“Como Coordinadora siempre hemos planteado que lo político no puede estar alejado de lo social, y es por eso también que durante años anteriores hemos realizado un llamado a votar”, explicó Paredes a la revista El Desconcierto.
Por su parte, desde la Asamblea Coordinadora de Estudiantes Secundarios (ACES) han declarado abiertamente no estar de acuerdo con el sistema democrático actual, expresándolo de distintas formas. Desde la funa a las elecciones municipales del año pasado hasta la toma del comando de Bachelet para la primera vuelta.
Aunque muchos insistan en clasificar estas acciones como egoístas y antidemocráticas, pueden fundamentarse en hechos concretos como los bajos niveles de credibilidad de las personas hacia los partidos políticos o la misma abstención, que en esta segunda vuelta llegó a un nivel histórico. De 13,5 millones de personas que pueden votar, sólo 5,7 millones asistieron ayer a las urnas.
¿Y qué viene primero, el huevo o la gallina? ¿Votamos para que se elimine el binominal o el sistema cambia para que nos motivemos a votar? ¿Pagamos el Transantiago para que se corrijan los errores o esperamos a que el transporte público mejore para dejar de evadir? “Si no existen incentivos desde el punto de vista institucional, es decir, si es que la gente no simpatiza con los partidos políticos, que son los que finalmente desarrollan un rol relevante en el sistema político, entonces es difícil que los ciudadanos se interesen en participar”, revela un estudio del Observatorio Político de la UDP.
Finalmente, e intentando ser lo más objetivos posibles, es inevitable cuestionarse por qué confiar de nuevo en Michelle Bachelet. O sea, no se puede responsabilizar sólo al escepticismo si más de la mitad de la ciudadanía no fue a votar ayer, tiene que haber algo más que explique la desesperanza política generalizada.
¿Serán los sueldos que reciben en el Congreso? ¿Será la explotación de nuestros recursos naturales por parte de empresas trasnacionales? ¿Serán los miles de jóvenes endeudados por estudiar? ¿Serán los continuos abusos que cometen con trabajadores de distintos rubros? ¿Será que se acumularon un montón de demandas que nadie tuvo el coraje de tomar y resolver en todos estos años? Si bien el triunfo de Bachelet fue certero, definitivamente hay algo en sus propuestas que no lograron convencer a la verdadera mayoría, la que no fue a votar. Por lo pronto, en nuestro Facebook ustedes se manifestaron bastante desconfiados con el futuro de las demandas estudiantiles.
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