Según una reciente investigación, durante los primeros ocho meses del año las denuncias por maltrato y bullying aumentaron en 39%, registrándose más de mil casos (1.087). Además hubo un alza de todos los tipos de abusos: entre alumnos y de adultos a alumnos, físico y psicológico.
Pero no es necesario conocer estas y otras cifras para darnos cuenta de que el bullying se ha vuelto un tema serio. Si bien el “matonaje” es algo que siempre ha existido, hoy las nuevas tecnologías y redes sociales permiten que se extienda más allá del colegio.
Lamentablemente, cada cierto tiempo conocemos los casos de algunos adolescentes que han terminado suicidándose producto de estas prácticas y en situaciones donde la crueldad de los maltratos es tal que el bullying termina con consecuencias fatales. Por eso, no pudimos evitar preguntarnos: ¿debería considerarse penalizar con cárcel a los agresores? Primero, no es una buena idea generalizar. Para llegar a atentar contra su vida, alguien debe cargar con problemas emocionales que no siempre tienen como raíz el bullying. Y si bien muchas veces el agresor es una persona determinada, en otros casos es difícil individualizar a los responsables.
Por otro lado, antes que pensar en cualquier tipo de castigo, es necesario reflexionar sobre qué está pasando en el contexto escolar y social, como para llegar a situaciones límites como éstas.
"Mi posición es que al final es un problema de educación ética y moral, y sobre eso tiene que ver la familia, la sociedad y la cultura. Hoy la sociedad y la cultura más bien favorece a los poderosos, discrimina a los más débiles. Siempre exige ser exitosos y deprecia a los perdedores o a los que se llaman los residuos, la cultura del residuo", explica, por ejemplo, el médico cirujano y psiquiatra infanto-juvenil de la Universidad de Chile, Sergio Canals.
Además de reflexionar sobre las causas, también hay que pensar en las posibles soluciones. Son varias las prácticas que se pueden llevar a cabo para mejorar las relaciones entre todos, empezado simplemente por un cambio de actitud. También se ha descubierto que hacer deportes se asocia a una disminución de conductas violentas.
Por último, sin intentar defender a los matones, este tipo de estudiantes también son un síntoma de que algo no anda bien en sus familias, o bien en la misma sociedad. La violencia no se inició con ellos y los castigos que se les den no son más que un parche en una herida mayor. En tanto, son varias las cosas que se pueden hacer para frenar el bullying, algunas bastante simples y otras de largo plazo. En esto debemos concentrarnos antes de pensar en castigos para los agresores.
Y tú, ¿crees que se debería penalizar con cárcel a la gente que hace bulliyng?
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