Dicen que todo tiempo pasado fue mejor, especialmente los que recuerdan con anhelo las calles llenas de banderas y carteles con la insignia de la lucha por una educación de calidad. Porque, aceptémoslo: es un hecho que la cantidad de marchas de secundarios y universitarios ha disminuido notablemente.
Aunque más de alguno desea seguir luchando por sus ideales, hay otros que respiran aliviados porque se terminó tanto alboroto. Sin embargo, todo tiene sus pros y contras. A continuación los puntos más destacados para odiar o adorar los cantos como “el que no salta es..” o el “ a ver a ver, quien lleva la batuta”.
Primero, una de las grandes razones para extrañar con todas nuestras fuerzas las calles llenas de estudiantes indignados es lo que significaba tal lucha: una mejor educación. No hay que ser un experto o una Camila Vallejo, para darse cuenta que el sistema se fue a las pailas hace mucho rato. Y si todavía te quedan dudas sobre esto, mira los bolsillos de una persona con tres hijos en la universidad o compara a Chile con el extranjero.
También, estos eventos de alguna manera sirven para que la gente se una y note que no son los únicos que piensan lo mismo. Además hay que aceptar que las personas bailando, disfrazadas y cantando es un espectáculo digno de ver. No hay nada más entretenido que gritar a todo pulmón lo que deseas.
Dentro de lo aspectos negativos está la suspensión de clases. Quizás sea entretenido no ir a matemáticas o lenguaje, pero conforme pasa el tiempo, te das cuenta que no has aprendido nada. También puede pasar lo peor: no tener vacaciones o ir a clases los sábados. Esto es una molestia mayor para los compañeros que no están ni ahí.
Igualmente, una marcha se transforma en una lata cuando el colegio está ubicado en un lugar central. Estar en plena prueba y sentir el olor a lacrimógena no es nada lindo. Especialmente cuando hay que irse corriendo a la casa para no ser detenido.
Este tipo de descontento muchas veces termina en la toma del colegio. Aunque es una experiencia entretenida para vivir, ya que conoces más gente y te haces cargo de un lugar, también tiene su lado malo. Después de los primeros días, la mayoría pierde el interés y se quedan los mismos de siempre cuidando las puertas. En estos momentos siempre se ve quienes son los más comprometidos y los que simplemente se quieren divertir o perder clases.
Salir a las calles para luchar por lo que quieres tiene aspectos negativos al igual que positivos, extrañarlas y esperar que vuelvan dependerá de cómo vivas y mires las cosas. Muchas veces para lograr algo hay que sacrificarse. Sin duda las marchas y protestas son de esas historias que terminarás contándoles a tus nietos.
Y tú, ¿extrañas ir a las marchas?