Es difícil dar cátedra de algo que jamás me atreví a hacer. No sé si tengo la autoridad necesaria para aconsejar respecto a temas amorosos, pero no puedo evitar perder la oportunidad de decirle a aquel chico retraído, inseguro y que tal vez se mira en menos –en comparación al resto- que no hay nada más erróneo que creer en sus temores. Está bien, tal vez sean complejos míos, pero ojalá que le sirva a alguien este post para que reflexione y cambie las cosas a tiempo, cambiar el destino de ese niño o niña que se dice a si mismo que ya todo está perdido, y qué más da ¿no? nunca hubiese pasado nada de todas formas, el destino no era ese simplemente. Pues no, no tiene por qué ser así.
Muy por el contrario, muchas veces esa oportunidad perdida se paga cara y te queda dando vueltas incluso de grande, edad en la que deseas haber aprovechado mejor la juventud. Dicho esto, en el más humilde de los esfuerzos, llamo a todos aquellos que se encuentran en el último año de la media a que se revelen y expresen sus verdaderos sentimientos afectivos. Que se enfrenten a esa persona especial cuyo rostro miraban a distancia, embelesados, cuando nadie más lo notaba, aquellos que no pudieron articular palabras cerca de él o ella y que se odiaron hasta los huesos cuando finalmente se atrevieron y ocuparon la oportunidad para hablar puras pavadas. ¿Les digo qué hubiese hecho yo?, pues vamos a ver:
1.- Antes que todo, detén un poco las revoluciones y reflexiona en torno a qué tan ciertos son tus sentimientos, o sea, antes de caer en el desborde de pasiones próximos, hazte la pregunta: ¿es real esto o es una mera calentura? ¿es algo realmente especial, algo con lo que sueño o un mero capricho? Nadie se merece que le mientan ¿no?
2.- Si es una simple necesidad física espera hasta ese carrete final de curso –todos los colegios lo hacen- y allí haz gala de todas tus estrategias de joteo. Puedes ocupar la nostalgia y la emoción del último año a tu favor, apelar a su pena e insistir en que no se van a ver más. Lo he visto y funciona.
3.- Si en cambio lo tuyo es de verdad, un punto de partida sería comenzar a ser sincero de inmediato, pues el año se te pasará volando, nos queda poco tiempo; por tanto, encuentra una instancia en que le pidamos sin adornos unos minutos para conversar –ojalá cuando nadie se dé cuenta y así evitar el qué dirán- usando claro palabras directas y tratando de mantener la calma en todo momento. La idea es no asustar al otro, sino simplemente pedirle un charla.
4.- Tal vez confesarse en el colegio es poco recomendable, primero porque sólo cuentas con los recreos y es poco el tiempo que te dan, segundo porque todo el curso se dará cuenta de algún suceso extraño que ocurra y tercero porque un lugar más intimo podría ayudarte. Te recomiendo por tanto pedirle hablar en algún lugar específico, tal vez alejado de la ciudad y en el que te sientas cómodo.
5.- Todo esto debe ocurrir ahora (o nunca) pues para aquellos que creen que las cosas serán iguales en el futuro, cuando estemos en la universidad, les diré que por muy amigos que sean con la persona o muy unido sea el curso lamentablemente todo cambia. Las cosas siguen su curso natural y las personas tienden a alejarse, por lo que tal vez no haya una nueva oportunidad como esta.
6.- No te pierdas en evaluar que tantas chances tienes con él o con ella, esto no se trata de lograr que el otro se enamore de ti –eso no es seguro- sino que más bien se trata de que logres decirle que te gusta, y desde ahí ver cómo responde ella. Si crees que no tienen ninguna oportunidad no importa, no hay nada que perder.
7.- Lleno de convicción y elegido el momento oportuno, hazle ver las razones que hacen que para ti sea tan especial, insisto aquí la idea no es arrastrarse con la esperanza de que el otro nos quiera por el sólo hecho de que nosotros nos guste, no, aquí te estás confesando, algo que no necesariamente puede ser correspondido. Dile que no podías esperar, que era tu última oportunidad, que sepa que no tenías más opciones. No hay nada más especial que ver en el otro pasión.
Ojalá mis desvaríos te sirvan para atreverte, mejor morir en la lucha que tras la trinchera. Mucha suerte.