Hace sólo algunos días se llevó a cabo en China uno de los exámenes más estrictos y exigentes a los que se someten los estudiantes de ese país: el gaokao. Esta prueba que determina si los jóvenes pueden ingresar o no a la universidad, no sólo llama la atención por la enorme presión que significa para los jóvenes -puesto que evalúa matemáticas, chino y un idioma extranjero como materias obligatorias- sino también porque el Estado involucra importantes recursos en impedir que los postulantes puedan copiar o hacer trampa.
En un artículo publicado recientemente por BBC Mundo, dicho medio cuenta que para la mayoría, esta prueba de alta exigencia es considerada como la única oportunidad de tener éxito en la vida o de fracasar rotundamente. Esto, aplica principalmente para los hijos de familias pobres.
Como en China ingresar a una carrera bien valorada y en una institución prestigiosa, garantiza el poder acceder a un mejor trabajo, las autoridades han desplegado una batería de medidas que apuntan a que el sólo hecho de intentar copiar sea detectado de inmediatamente. Así, han implementado, por ejemplo, circuitos cerrados de televisión en cada una de las salas donde se rinden los exámenes; de tal forma de que nadie pueda mirar el teléfono. Igualmente han prohibido los relojes computarizados y rastrean con GPS las pruebas para evitar que éstas se filtren previamente al día de la rendición.
Por si ello fuera poco, en la provincia de Henan incluso se utilizó un dron para monitorear que ninguna señala estuviera enviando información a un dispositivo móvil infiltrado al interior de la sala.
Pese a las rigurosas medidas antes mencionadas, aún así en algunos lugares del país se han detectado casos en donde se ha intentado hacer trampa. En la región autónoma de Mongolia Interior, por ejemplo, 1.465 estudiantes, incluidos los hijos de varios funcionarios del Partido Comunista, fueron descalificados por hacerse pasar por otros estudiantes.
Imagen CC Chintunglee