Compañero, a usted le hablo, sé que está ocupado limpiando la manzanita para llevarle al profe mañana, pero hágame el favor y léame un poquito. Prometo no ocuparle mucho tiempo. ¿Hasta cuándo cree que aguantaremos este jueguito de quedarnos callados y no pararle los carros? No crea que no nos habíamos dado cuenta que no hace más arrastrarse con los profes, hasta con el más pesado de ellos.
Es que ya han sido incontable las veces en que, gracias a arrastrarse con los profes igual que una serpiente, nos ha perjudicado. "Profe, había tarea". Usted es el estudiante estrella, hace todas las tareas y más encima es "simpático". Todos los profes lo aman, lo convierten en encargado de todo. Pero nosotros, sus compañeros que no son queridos por los profes, lo queremos poquito. Es más, hemos pensado en jugarle diversas bromas. ¿Se imagina cuáles? Las peores bromas, las peores actitudes, porque en verdad no se merece más. Hacerle la ley del hielo es lo mínimo que eremos hacerle.
Compañero, déjese de llevarle las cosas al profe de educación física y de instalarle el data al profe de historia. Cállese, no hable más en clases, a nadie le importa su opinión. ¿Cree que los profes lo encuentran inteligente por decir mil veces lo mismo? No. Usted solamente es el alumno buena onda que pesca lo que los profes dicen, nada más. Debería saber que su hoja de vida llena de anotaciones positivas no lo ayudarán de nada, al menos que quiera cambiarse de colegio (con lo que nos haría un gran, pero gran favor).
Su camisa planchada y tus zapatillas blancas inmaculadas no lo salvarán de nada en la vida. Créanos. Su pelito corto y peinado sólo hace que se vea nerd y que todos lo recuerden por eso. Usted no pasará al recuerdo colectivo del colegio. No se haga ni la idea. En el cuadro con la foto del curso todos pondrán un sticker encima de su cara, a ver si así se nos olvida lo pesado que eras (y lo feo, por cierto).
Y tú, compañerito con nombre de presidente, que me hiciste a cuadritos todo el año pasado. Te cuento que la profe de matemáticas, esa que ayudaste a subir el maletín a la sala todos los días, me confesó que te encontraba insistente y bastante cargante, así que déjala tranquila. No necesita de tus brazos serviciales para subir sus cosas. No necesita tu típica broma de que alguien le había robado el maletín, porque además de pesado eres fome.
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