Típico que tienes un trabajo o prueba que es muy importante si quieres pasar de curso y decides posponer y posponer el estudio, hasta el punto de recién abrir el cuaderno cuando sólo quedan algunas pocas horas para rendirla. Puede ser Facebook o algún juego, la cosa es que siempre habrá una excusa o distracción que nos parecerá mucho más placentero que enfocarnos en lo que debemos hacer. Pues, bien eso tiene nombre y se llama procastinación.
La procastinación es dejar eso que tenemos que hacer para última hora y reemplazarlo por algo que nos resulte mucho más agradable.
Un artículo publicado por el Huffington Post, recopila algunas de las explicaciones científicas de esta mala costumbre.
Cada vez que dejamos algo para después, por disfrutar de alguna entretención, se produce en nosotros un estímulo generado por una pequeña dosis de dopamina, la que se envía al cerebro y nos da esa sensación de bienestar. Eso explica que nuestro cerebro quiera repetir este comportamiento una y otra vez.
Un grupo de científicos de la Universidad de Colorado en Boulder, descubrió que las personas impulsivas tiene más tendencia a distraerse con cosas divertidas a corto plazo, postergando lo realmente importante.
Existe un tipo de procastinación específica denominada "procrastinación a la hora de acostarse" , este término fue acuñado por unos investigadores de la Universidad de Utrecht, quienes notaron que "las personas que normalmente le cuesta resistir la tentación y cumplir sus propósitos también suele retrasar el momento de irse a la cama".
¿Cómo vencerla?
Los expertos señalan que la mejor forma de terminar con esa flojera que nos invade al momento de tener que hacer algo, es pensar en lo que pasará si no nos concentramos y le damos de una. La solución es "que lleven a cabo ‘viajes en el tiempo’, proyectándose a sí mismos en el futuro para imaginar las buenas sensaciones que tendrán al haber finalizado una actividad, o lo mal que se sentirán si no lo hacen", explica el profesor de psicología en la Universidad Carleton, Timothy A. Pychyl.
Fuente: Huffington Post