No nos veamos la suerte entre gitanos, ni tampoco me vengan a decir que de que no eres adicto al internet porque sabemos perfectamente que es así.
Yo tampoco les voy a mentir. De poder, puedo, pero admito que me es difícil pasar un día entero sin revisar las redes sociales, Whatsapp o alguna página web.
Pero creo que no hay nada más desesperante que cuando más necesitas estar conectado al Wi-Fi se desconecta, no hay una red cerca o todas tienen clave.
Y claro, estamos en una era donde incluso se puede compartir el internet desde el celular, lo que hace que en una situación donde de verdad no puedes conectarte se vuelva aún más frustrante.
Un clásico problema de primer mundo. El meme que se viralizó hace un buen tiempo retrata perfectamente el tipo de problema que vivimos hoy en día. Pero es que es verdad: si uno piensa lo estúpido que es este tipo de problema, llega a dar vergüenza pero incluso así nos quejamos y pataleamos y llamamos a la compañía de Internet para quejarnos por la lentitud del Internet o porque el módem tiene un corto alcance y no llega al dormitorio.
Y no es que esté hablando desde la experiencia, no es como que a mí me pase siempre...
Ya me aburrí de pelear con la empresa que me da internet. De todas las formas posibles les traté de explicar que era súper importante que la señal de Wi-Fi llegara a mi pieza porque:
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Yo soy la única en mi casa que lo usa, por ende es a mí a quien deberían agradecerle por contratar el servicio.
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Donde quedó puesto el modem es la peor ubicación del mundo porque tiene que atravesar una serie de puertas y murallas que imposibilitan que la señal llegue a mi pieza.
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Incluso, los amenacé de cambiarme de empresa. Ahí fue cuando corrieron a mi casa a mover un par de cables para que la tontera quedara igual.
Cuando ya estaba desesperada, llegó la salvación del mundo. Un amigo me enseñó lo que me arregló la vida: con una lata de bebida, había que cortarle la parte de arriba y la de abajo, abrirla en la mitad y ponerlo en la antena cosa de que la señal no se esparciera por toda la casa, sino que apuntara hacia mi pieza.
¡SANTO REMEDIO!
Nunca más me quejé de nada y todo fue extremadamente mejor. Mi problema de primer mundo fue resuelto.
Imagen CC Antonio Lirio