Era una chela, una escudo para ser más exactos, tomé de la botella, a lo campeón, nada de vasos. Creo que me habré tomado el equivalente a un poco más de un vaso al seco, e inmediatamente se me fue a la cabeza.
Me quedé como estatua y les juro que no hice nada, no se me apagó la tele ni nada y recuerdo todo con lujo de detalles. Conversé con amigos e incluso bailé un poco, pero siempre en el mismo lugar, no me quería mover de ahí, pasé piola... a lo campeón.
Un amigo se tomó un gin con gin y él sí hizo escándalo, incluso le grité al estar más ebrio que la cresta. Al final se puso a llorar por amor, y yo lo escuchaba, ustedes entenderán lo chistoso que resulta una conversación entre dos ebrios por amor. De Antología.
Me acuerdo que el papá de un amigo nos fue a dejar a nuestras casas y me fui a mi cama rápidamente y sin meter bulla. Mis papás no cacharon niuna, así que no me vieron en estado “feliz”, y por ende, nadie me retó. A lo campeón.
Ok campeones, es hora de que compartan su experiencia, ¿cuándo fue la primera vez que probaron el copete?
Imagen CC Leo Hidalgo