Debo admitir que yo hice una fiesta de 15.
En mi generación del colegio éramos varias mujeres, y durante el año que cumplí 15, MTV había lanzado el programa “Quiero mis quince”, “Sweet sixteen” o “Mis súper dulces 16”, lo que provocó un boom de fiestas de 15 en mi colegio.
En realidad y siendo muy sincera, para nosotras era muy importante hacer una fiesta de 15 porque estabas celebrando tu paso de la niñez a la adolescencia. Además, ¡todos querían ir a un buen carrete!
En marzo de ese año, todas mis amigas cumplíamos 15 años, por ende empezaron las fiestas formales. Las cumpleañeras guardaban bajo 7 llaves el diseño de sus vestidos, el peinado y los tacos. Yo siempre he dicho que las fiestas de quince son la previa de la fiesta de graduación.
Yo llevaba planeando la fiesta hace más de tres meses. Quería que todo fuera perfecto y tal y como yo lo soñaba: la temática que yo quería, la decoración que a mí me gustara y un lugar no tan lejano, cosa de que todos pudieran llegar. Así seguía una interminable lista de cosas que tenían que estar perfectas para ese día.
Lo único que a no pude cumplir, fue hacerlo algún día cercano a mi cumpleaños. Yo estoy de cumpleaños a fines de agosto y como tenía tantas amigas que eran de mi curso, de mi colegio o de otros colegios, mi fiesta de quince se terminó corriendo a principios de octubre para que no topara con ninguna otra fiesta. Porque claro ese era un tema, si calzaba tu fiesta de quince con la de otra, corrías el riesgo de que no fuera nadie.
De todas maneras el tiempo comenzó a pasar y la fecha de mi fiesta de quince se acercaba. Estaba súper ansiosa y lo único que quería era que todo pasara. Pero como tengo tanta suerte, dos días antes de la fiesta, estaba entrenando volleyball cuando pasó lo peor: pisé una pelota y me doblé el tobillo.
Desde ahí en adelante fui sólo un mar de lágrimas. Me llevaron a la clínica mientras lloraba desconsoladamente y mi mamá se enfureció conmigo. El diagnóstico fue esguince leve, pero aún así tenía que ponerme una tobillera. En ese momento supe que todo mi vestuario para ese día había sido arruinado por mi torpeza.
Una vez que se me pasó la pena, me dije a mi misma: “misma, te vas a ver estupenda igual”. Y Así fue.
Ese día fui a la peluquería, me hicieron un peinado precioso, me vestí y me llené de antiinflamatorios (no es algo que se tiene que imitar) y me eché kilos de crema muscular para no sentir nada.
En resumidas cuentas, todo salió como yo quería. La fiesta estuvo excelente, recibí muy buenos comentarios de la gente y nada ni nadie paró para verme linda.
Claramente que ahora, miro las fotos y digo: “que cabra chica me veía”, pero tengo excelentes recuerdos.
Al día siguiente desperté con una sonrisa que nadie me la quitaba y con un tobillo extremadamente hinchado.
¿Y ustedes? ¿Han ido o han hecho alguna fiesta de 15?
Imagen Colibritrany