No me considero una participante activa en el movimiento estudiantil. A decir verdad, ni me alcanza para participante. Llevo cuatro años en la universidad y jamás he ido a una marcha. Situación muy distinta a la que viví hace ocho años. Para la revolución pingüina,en 2006, yo estaba en 2° medio y participaba en todo lo relacionado con las demandas estudiantiles. No fui a ninguna toma porque no me daban permiso. Tampoco me dejaban marchar, pero igual iba. Total, no tenía que quedarme fuera de mi casa para eso. Estudié en uno de los liceos emblemáticos de mi ciudad. Cuando el establecimiento se adhería a las movilizaciones, salíamos antes de clases para poder marchar. Aunque hubo una ocasión en que la que ocurrió algo super trucho. Se corría el rumor de que habría una marcha por los mapuches, pero que de eso el colegio no participaría. Sólo quienes lleváramos una comunicación firmada por el apoderado, íbamos a poder salir. Claramente nadie tenía esa comunicación firmada por la mamá, así que nos reunimos en un salón y hubo una falsificación de firmas masiva. Como esto fue hace tanto tiempo, ni me acuerdo si la comunicación la ocupé para ir la marcha. Parece que me fui pa’ la casa.
Confieso que no hay cosas que me causen más temor en la vida como las arañas, los dentistas y los carabineros en las marchas. En otro contexto, ellos me generan seguridad, pero en las manifestaciones me da mucho miedo que uno de ellos se me acerque. Habíamos marchado harto rato, y para culminar la manifestación, se haría un acto cultural en la plaza. Ahí todos nos separamos. Algunos se retiraron y otros no quedamos dispersos en la plaza, esperando que comenzaran las presentaciones musicales que normalmente se hacían en ese lugar. Estaba con un grupo de compañeras en una banca, conversando de quizás qué cosa. De pronto, escuché que alguien alertó "¡Los pacos!", y yo sólo atiné a salir corriendo. Sin esperar ni seguir a nadie, simplemente corrí. Arranqué a una velocidad que ni yo sabía que existía, y aquí hago un paréntesis para señalar que soy pésima corriendo y haciendo cualquier actividad física. Corrí y corrí, sin mirar para ningún lado. Llegué exhausta, debido a mi pésimo estado físico, a la entrada de una galería, me detuve y desperté de esa supuesta pesadilla. Miré en dirección a mis compañeras y ahí estaban ellas, riendo y apuntándome con el dedo. Nunca llegó ni un carabinero. No sé cómo los escuché. Seguramente fue una ilusión, me lo imaginé, no tengo idea. Yo sólo sé que arranqué sin sentido y que una voz imaginaria gritó "¡Los pacos!" y yo le obedecí. Y bueno, en el caso de que efectivamente los carabineros hayan llegado, ¿por qué tendría que haber arrancado? Yo no estaba haciendo nada. Estaba sentada en una banca conversando con otras niñas. En realidad, nadie en ese lugar estaba haciendo cosas malas. ¿ Qué importaba si llegaba un amigo en tu camino junto a nosotros? ¡NADA!
Este episodio marcó las futuras marchas a las que asistí. En realidad marcó el año escolar. El bullying que me hicieron mis compañeras fue tremendo, aunque en esos años no se llamaba bullying así que no le doy tanto color. Mis queridas amigas se encargaron de contarles al resto del curso lo que me pasó. Menos mal que tampoco existía facebook o youtube, o si no ahí estaría el video de una colegiala corriendo por la plaza de la independencia, aparentemente arrancando de algo que nunca la persiguió.
Foto CC vía Flickr