Desde el año 1595, a pocos años de la fundación de la ciudad de Santiago, tanto jesuitas como dominicos comenzaron a ser los precursores de la educación en Chile. Ambas órdenes religiosas, a poco tiempo después, llegaron a formar las primeras universidades en la región. En 1767 el imperio español expulsa a la orden jesuita, y la educación cae en un proceso letárgico, en dónde la iglesia sólo jugaba un rol más menos importante en la educación primaria y secundaria a cargo de otras órdenes religiosas. El Estado de Chile privó a la Iglesia Católica del monopolio de la educación, formando la Universidad de Chile (con un plantel laico), y con esto, alejando sus influencia en diversos ámbitos de de la vida pública nacional. Esto hasta 1888, cuando la fundación de la Pontificia Universidad Católica de Chile da el paso para que la iglesia vuelva a formar parte del proceso educativo del país. ¿Qué sucede actualmente?
Desde la década del 80 que nuestra educación (primaria y secundaria) es descentralizada, coexistiendo tres tipos de administraciones: Municipal, Particular Subvencionada y Particular Privada (no subvencionada); e independiente de la administración, el MINEDUC reglamenta (desde el 7 de Enero de 1984) las Clases de Religión en todos los establecimientos educacionales del país, es decir: enseñanza pre-básica, básica y media en su versión científico humanista o técnico profesional; señalándose que ellas deben ser de un mínimo de dos horas pedagógicas semanales, implementándose durante el horario oficial de clases.
Ahora bien, los padres o apoderados (en conjunto con los estudiantes) pueden decidir si desean o no la enseñanza de religión, manifestándolo por escrito en el momento de la matrícula. En el caso de que se escoja un colegio particular subvencionado o privado que sea confesional (religioso), este ofrecerá la enseñanza de la religión a cuyo credo pertenecen y por cuya razón han sido elegidos por los padres al matricular a sus hijos. Pero por decreto, no puede obligar a los alumnos de otros credos a asistir a clases de religión o participar en las ceremonias de culto de dicha confesión, ya que escoger un establecimiento educacional es independiente del derecho a la libertad de culto.
Por el contrario, los establecimientos educaciones del Estado, los municipalizados y particulares no confesionales (no religiosos) deben ofrecer a sus alumnos las diversas opciones de los distintos credos religiosos, esto siempre y cuando cuenten con el personal idóneo para ello y con los programas de estudio aprobados por el MINEDUC.
En la práctica...
Le consultamos a Andrés, ex alumno del Instituto Nacional, y cuenta que hace algunos años el ramo de religión era optativo y además, si optabas por hacerlo, podías elegir entre religión católica o evangélica. Como esto traía muchos conflictos entre las opciones de los distintos alumnos, se separaban los cursos por religión en primero medio.
Él opina que es súper bueno que se pueda elegir entre hacer o no religión y que además existan distintos credos, piensa que eso hace que realmente sea un colegio laico y pluralista, aunque también dice que la religión es algo personal y no debería ser impartido en clases, sino que uno debería ir a los lugares adecuados para hacerlo y que esa hora de clase se podría ocupar para educación cívica por ejemplo.
También le consultamos a Dominique, ex alumna del Liceo Carmela Carvajal de Prat, y comenta que su enseñanza básica la vivió en un colegio católico al cuál se postulaba bajo estrictas medidas del credo, como libreta de familia, padres casados por la iglesia, bautismo del postulante, entre otras, en dónde manifestar el no querer recibir enseñanza religiosa significaba quedar sin matrícula. Su ingreso al liceo fue distinto, ya que si bien no ofrecía una religión distinta a la católica, se podía optar por talleres de formación personal enfocado en los valores, en las relaciones sociales y la política.
Ella opina que sería mucho mejor que la educación diera acceso a distintos credos religiosos, como parte de la formación cultural de una persona e independiente de su elección personal, y que la decisión de no tomar clases de religión sea expresada por los alumnos y no por los padres, ya que el culto es una decisión personal.