Actividades del colegio. Es un momento en que todos tenemos que poner un granito de arena para que todo salga bien, desde organizar cosas, hasta ayudar haciendo algo. A veces nos quedamos cortos y debemos pedir una ayuda extra, es decir, involucrar a los papás.
La mayoría de las veces, los viejos hacen lo que se les pide: van, lo hacen, conversan un rato con los otros apoderados y se van. Pero hay otros que no les basta, son los papás que se ofrecen para todo y hacen más de lo que uno les pidió. Porque una cosa es que uno le pida ayuda, pero otra totalmente distinta, es que ellos participen en todo, y cuando decimos todo es TODO, desde hacer una completada o un plato único hasta actuar en las obras escolares.
Pero, ¿qué pasa por nuestra mente?, ¿qué sentimos? ¿lata, orgullo o nos da lo mismo que nuestros viejos se ofrezcan en todo?, pues, que les parece si vemos 3 casos basados en estas posturas:
Orgullo: El papá de una compañera trabajaba en la Armada, en la parte de guarnición y alimentos, lo cual lo convirtió en un experto cocinero. Cada vez que había que hacer un banquete, él se encargaba de todo, confeccionaba el menú entero, preparaba las mesas, e incluso traía los bebestibles y los camareros al lugar. Demás está decir que las mamás lo ayudaban en su labor y que la labor entre todos daba sus frutos. La comida quedaba excelente y todos la disfrutábamos.
Da lo mismo: Mis primas me habían invitado a ver una obra escolar, donde su papá (mi tío) era el protagonista. El personaje de él, se llamaba “Pililo, el ceniciento”. Cuando salió a escena, vi que ese hombre mayor estaba vestido como un “niño payaso”, que hablaba con voz chillona. Si bien algunas personas podrían haber pensado que mis primas se avergonzaron, la verdad es que no, ellas se lo tomaron bien. Pero aquí se viene la que todos quieren leer…
Una lata: La mamá de una compañera se autoatribuyó el cargo de “jefa de seguridad del curso”. Quería saber TODO lo que pasaba, ya que los monstruos (nosotros) podíamos ser una mala influencia para su hija. Se quedaba fuera del colegio a la hora de salida, para ver que hacíamos, iba a todos los actos y actividades, como si fuera un guardia de seguridad contratado y nos enteramos que interrogaba a su hija, en busca de posibles/hipotéticos sucesos y culpables. El punto más brígido, fue cuando llegó a una reunión de apoderados con la mochila de su hija, la puso boca abajo y salió arena (nuestro colegio quedaba en Viña del Mar), obviamente había ido a la playa, y por eso le pidió a los padres que le contaran que hacíamos nosotros después de clases, cuando una mamá dijo que “eso es problema de nosotras y los chicos”, acusó a todos de ser PÉSIMOS PADRES. Quedó la embarrá, los padres nos pidieron explícita mente que no nos acercáramos a nuestra compañera. Ley del Hielo absoluta. Y lo hicimos, pero después nos sentimos mal por la chica, ella lo debía pasar peor con todo esto.
Ya es hora de redondear y responder la pregunta del título, que los padres participen ¿es un orgullo, una vergüenza o da lo mismo?, y creo que todos conocemos la respuesta, depende del papá y de la actividad. Pero hay algo que debemos tener presente, si los viejos lo hacen no es para molestarnos o para ponernos en ridículo, es porque quieren hacer algo por nosotros y por nuestros amigos. Así que no seamos tan duros con ellos, puesto que lo hacen con la mejor de las intenciones. Pero igual hay que decirles que no se pasen...