Sabía que los días en el colegio no volverían, así que antes de salir de cuarto medio quise hacer algo especial. La idea era hacer algo lo suficientemente estúpido como para que sea memorable.
Se presentó la oportunidad un viernes en la mañana cuando el profesor aún no llegaba a la sala, el curso estaba solo. Al pasar los minutos, fuimos al patio con dos compañeros para explorar distintos sectores del colegio, es inmenso. Buscábamos lugares donde hacer nuestras fechorías, queríamos encender un extintor.
Sin embargo, había gente en todos lados, ya sean alumnos o personal del colegio. La misión estaba difícil, hasta que mi amigo llamado Camut dijo: "Vamos al extintor que esta al lado del baño”, parecía una buena opción y yo llevaba una cámara para registrar todo.
Cuando llegamos al lugar indicado, Camut tomó el extintor, pero no se atrevía a accionarlo, pese a ya tener experiencia al respecto. De igual manera, nos dimos cuenta de que nos podrían ver, era muy riesgoso. Nuestras caras de emoción que ya parecían rostros de psicópatas cambiaron a una de frustración.
No nos rendimos, fuimos al sector de la básica a ver si resultaba algo, pero ya sólo iba con Camut, el otro compañero se había ido. Al rato se integró a la aventura otro compañero, denominado “El Nuevo”, porque había llegado hace poco al colegio.
Subimos al segundo piso, en un espacio jugaban niños como de quinto básico, al lado estaba la sala de profesores. Junto a un nervioso Camut entramos, mientras que el nuevo no se atrevió porque sabía que íbamos a profanar ese lugar, así que se quedó vigilando. En la sala no había nadie, estaba completamente vacía, era como si nos estuviera esperando.
En un rincón vi un extintor, nos volvimos locos, extrañamente todo se estaba dando para que algo pasara. Cerré la puerta, tomé el extintor muy nervioso, lo apreté, pero Camut me decía “tení que sacarle el seguro!”. Él era un experto, pudo haber sido un gran bombero.
Todo tenía que ser rápido, ya que al cerrar la puerta vi que un par de profesores con un curso se acercaban. Así que apreté REC en mi cámara, la dejé en una silla, le saqué el seguro al extintor y lo empecé a apretar desesperadamente.
Inmediatamente, el ambiente pasó a ser muy similar a cuando las Torres Gemelas fueron devastadas. Era impresionante, fue tan precipitado todo que se me cayó la cámara al suelo. Rápidamente bajamos al patio disimuladamente y vimos como el humo o el polvo químico salía por las ventanas del segundo piso.
A los pocos minutos “El Nuevo” quiso subir otra vez para ver el espectáculo, es que llamaba demasiado la atención, incluso para nosotros mismos. “El Nuevo” no volvió así que quise subir a ver qué pasaba, un gran error. Veo el desastre que quedó en la sala de profesores, todo estaba lleno de polvo, libros de clases, muebles, todo. De repente uno de esos mismos niños como de quinto básico que estaban jugando afuera de la sala de profesores me acusa al inspector. Estaba demasiado reconocible, con “ropa de calle” y una guitarra.
En el interrogatorio que me hacen en la inspectoría no me queda otra que hacerme el loco, no sabía qué hacer, estaba muy nervioso frente a lo que podría pasar, pero lo disimulo. No había pasado el tiempo suficiente como para procesar lo que hice y reconocerlo. Al menos en los inspectores tenía una fama de un muchacho simpático y racional. En eso se basaba mi actuación.
Quizás porque era viernes y ya estaba terminando el año, me dejaron libre al rato. Supuestamente, me creyeron, pero no sé. Mi profesor jefe estaba con la media cara y estaba buscando e interrogando a quien viera del curso. Incluso corría el rumor de que el curso no tendría graduación, eso era grave. Afortunadamente no pasó a mayores.
El lunes siguiente resulta que hacen una reunión, el director, los profesores, y los curas. Al parecer todos terminaron sabiendo que fui yo el culpable, pero a lo mejor trataron de tomárselo con humor, como una broma inocente de un niño loco y tonto. De hecho una profesora me dijo “No te vay a mandar otra embarraíta hoy día”.
Mi profesor jefe quedó en shock, como en trance, es que en mi curso ya habían pasado cosas de este tipo. Lo peor es que el registro en video de lo que pasó se perdió al caer la cámara en pleno clímax (en la cámara decía “formato no reconocido”). Si volviera atrás no sé si haría esto de nuevo o si planearía alguna travesura, porque son cosas que suceden en su momento, espontáneamente. Sin embargo, al final de cuentas, creo que fue una de las estupideces más entretenidas que he hecho en la vida.