En la adolescencia uno de los mayores dramas que se vive es el problema de los permisos. Si bien, algunos no tienen conflictos con sus padres, la gran mayoría debe enfrentarse a estos atados. Incluso, no son pocos los que consideran que no se les da permiso para nada. Pero, ¿qué hacer en estas situaciones?
Por suerte mis padres nunca me complicaron la vida, pero fui testigo de como mis amigas tuvieron que mentir en muchas ocasiones. Recuerdo que una de ellas tenía un monstruo de madre y me vi en la obligación de mentir en muchas ocasiones para que la dejaran salir. La verdad es que la mentira te puede sacar de apuros y además puedes evitar pasar por esos latosos momentos, pero no es una buena opción si involucras al resto.
Para enfrentar estas situaciones es necesario ser empático. A pesar de lo cliché que sonará, no hay que olvidarse de que todos en algún momento fueron jóvenes y que también rabiaron porque se les negaba salir a algún lado.
Como ya es sabido, el restringir todo no lleva a ningún lado. Estas constantes negativas en algún momento pueden desencadenar una situación incontrolable. La idea es que cuando se niega una salida sea con argumentos sólidos y no con respuestas como “mientras vivas en mi casa…”, “porque no”, “porque soy tu mamá”.
Lo único que yo quería hacer en mi adolescencia era divertirme. A mi no me importaba si era mi mamá o el presidente quien me estaba negando el permiso. Lo único que te importa en esos momentos es poder ir a la fiesta que todos van y de la que todos hablarán al otro día.
A pesar de esto, como hijo hay que intentar ponerse en el lugar de nuestros padres. Ellos siempre buscarán lo mejor para uno y por esto mismo, muchas veces también se equivocan. Trata de demostrarles que eres responsable contigo y con tus deberes, así ellos quedarán mucho más tranquilos cuando salgas.
Sin embargo, muchas veces vi que mis amigas hacían el intento de conversar con sus padres para poder llegar acuerdos, pero esto resultaba peor. En más de alguna oportunidad tuve que presenciar largos sermones que terminaban en nada. Lo peor era cuando les cancelaban los permisos y tenían que mentir… El problema es que nadie te creerá que estudias todos los viernes y sábados del mes.
El temor que sienten los padres por dejar salir a los hijos, tiene que ver principalmente con la poca confianza que les tienen. En la medida que comiencen a ver un cambio en ti, los permisos comenzarán a ser pan de cada día. Cuando se logre llegar a esta dinámica, el dar o no permiso será un saludo a la bandera y dejará de ser un problema. Si por el momento aún no logras esta empatía, un par de mentiras no le hacen mal a nadie, al final todos lo hemos hecho alguna vez.