Por Cristopher Gutiérrez
Hola! Mi nombre es Cristopher Gutiérrez, soy un joven de 17 años común y corriente, voy en cuarto año de enseñanza media y la verdad es que estoy ¡COMPLETAMENTE HARTO!
Como ya todos sabrán, en unos pocos meses más debo rendir la tan temida PSU y estoy con los nervios de punta. Tu familia, tus amigos, tus profesores y tú mismo esperan buenos resultados, sin embargo la tarea no es nada fácil.
Hoy quiero tocar un tema en particular, algo que todos en la vida hemos hecho, aunque algunos no lo reconozcan... Ustedes se preguntarán "¿de qué habla?" Bueno, amigos, ¡les hablo de COPIAR! Desde muy pequeños nos enseñan a no realizar esta actividad pecaminosa. Nuestros padres y profesores nos decían una y otra vez: "¡eso no se hace, eso es malo!", etc, etc, etc. Pero ellos también copiaron, porque copiar es algo innato al ser humano. Además, ¿quién dijo que es malo? Yo por mi parte tengo semanas repletas de pruebas y por si eso fuera poco, nos agregan una cantidad gigantesca de trabajos... ¡No soy un genio! ¡No soy inteligente, ni mucho menos superdotado! Pero sí tengo compañeros que lo son; Jesús, Zeus o Alá los bendijeron con el gran don de ser secos para una determinada materia y nada les cuesta, de vez en cuando, echarme una manito.
Porque, ¿para qué estamos con cosas? A todos nos interesan nuestros promedios, ya que cada día son más valorados por las universidades. No obstante, igual me siento culpable y entro en el gran dilema de "¿COPIAR O NO COPIAR?" Y aunque lucho todos los días, cuando menos lo pienso caigo en la tentación.