Probablemente consideres que la educación no es un negocio y que se debería erradicar el lucro de los colegios. Pero hay una excepción donde la compra y venta no le hacen mal a nadie. Es el caso de los micro empresario escolares, esos que han visto en la sala de clases una buena vitrina para ganar algunos pesos, gracias a la venta de distintas cosas.
Lo más común es vender cualquier tipo de alimento. Si se trata de algo envasado, lo más útil es comprar algo al por mayor y de ahí venderlo al precio “del mercado”, es decir, más caro de lo que te salió. Pero tampoco exageres, no es la idea ser usurero con tus propios compañeros.
Aunque si el kiosko del colegio tiene una gran variedad de productos, ¿por qué te comprarían a ti algo que pueden encontrar en el negocio de siempre? Quizás muchos te quieran ayudar, pero tampoco es un éxito seguro apelar a la solidaridad con tus sueños de ahorro.
Así, cuando la creatividad y el espíritu casero salen a flote, las posibilidades de ganar buenas lucas, aumentan. Si la cocina es lo tuyo, los queques y otras preparaciones les puede abrir el apetito a muchos. Las cocadas son especialmente fáciles de hacer y lo mejor es que pueden ser vendidas a 100 pesos, algo que en estos tiempos se agradece.
En esta época donde el frío es el protagonista, lo mejor es irse por las cosas que aporten calor o al menos que te entreguen esa sensación. Si bien vender té o café tiene asuntos logísticos que te pueden hacer desistir, el siempre rico pan con queso caliente puede ser la sensación. Los más motivados, incluso se pueden conseguir una de esas “sandwicheras” que le pueden dar un toque especial.
Pero no todo es comida. Los negocios escolares pueden abarcar de todo. Para los más artesanos, hay ciertas manualidades que siempre tienen buena llegada. Los aros y pulseras pueden ser una gran oportunidad para generar ingresos. Esta técnica incluso te da la posibilidad de hacer trabajos a pedido, pudiendo volver el negocio más personalizado.
Por último, a la ropa nunca le faltan compradores. Si sabes tejer, estas son las últimas semanas donde bufandas y gorros de lana encontrarán a quien abrigar. En caso de prendas que ya no uses o no te queden buenas, no es difícil encontrar a alguien más que las quiera.
Y tú, ¿conoces a secundarios comerciantes?, ¿te atreverías a emprender?
Como ves, hay un sinfín de posibilidades.