La Jornada Escolar Completa (JEC) se promulgó en 1997 y su objetivo principal era mejorar la calidad de la educación y la igualdad de oportunidades. Sin embargo, las dificultades en su implementación han provocado que sus fines estén lejos de cumplirse e incluso perjudicando el sistema completo.
Como existen notorias diferencias en la calidad de la educación, se pensó que aumentando la cantidad de horas en los colegios se lograría alcanzar el nivel educacional de los colegios mejor evaluados. Pero esto no consideró que el agotamiento de profesores y de los mismos alumnos jugaría en contra del aprendizaje extra, afectando también las horas pedagógicas habituales. En este sentido, el Mineduc propone que para poder aprovechar de mejor manera el tiempo escolar, es necesario “reorganizar el tiempo diario y semanal de los estudiantes” con actividades de aula y terreno, recreos más extensos, entre otras. Para esto es necesario tener más recursos y justamente es lo que no tienen los colegios que intentan implementar la JEC.
Además, según el Mineduc es posible “definir actividades de apoyo a los estudiantes” como estudio dirigido, talleres, la realización de tareas, grupos diferenciales o trabajos de laboratorio. Esta iniciativa sería ideal porque se aseguraría -de alguna manera- que los estudiantes trabajaran en los contenidos que se vieron en clases o reforzar estos mismos llevándolo a la práctica en laboratorios. Además, se evitaría que los estudiantes se llevaran trabajo extra a sus casas.
Sin embargo, por lo general pasa que se aumentan las horas de ramos como matemáticas o lenguaje. La fuerte competencia que existe por obtener mejores resultados en la PSU o en la prueba SIMCE hacen de la Jornada Escolar Completa el espacio perfecto para corregir deficiencias que se arrastran de años anteriores. De esta manera, se está privilegiando el reconocimiento del establecimiento por sobre el aprendizaje del alumno. La infraestructura es otro gran problema que enfrentan los colegios que se acogen a este programa, ya que muchos establecimientos ni siquiera tienen espacio disponible para ampliar el establecimiento para más talleres, casinos o aulas recreativas, teniendo que buscar terrenos alternativos, complicando aún más la situación de los estudiantes.
Por otra parte, existe una incongruencia sobre el valor que se le ha querido entregar a la carrera de pedagogía y las condiciones actuales en las que trabajan. Los colegios que implementan la JEC suelen trabajar con los mismos profesores de la jornada escolar media, exigiéndoles aún más. Esto a pesar de que nunca ha sido considerado como horas de trabajo que ocupen tiempo en sus casas revisando pruebas o planificando clases.
Finalmente, si bien la Jornada Escolar Completa nace como una buena alternativa de combatir las desigualdades educacionales en Chile (no la solución), sus resultados han dejado mucho que desear. No se puede pretender implementar un programa cuando no se encuentran los recursos necesarios, ni las condiciones en infraestructura que respalden su funcionamiento.