Cuando pololeaba y escuchaba a mis amigas hablar de la soltería, sonaban super tentadoras. Eso de ir probando, conocer a mucha gente, dejarse querer un poquito, no sé, todo me parecía un mundo lejano al cual algún día llegaría y lo pasaría perfecto. Y en verdad, tampoco estoy llorando, pero algo tiene que haber en mi ADN que no está conforme con esto de las “relaciones fallidas”. Yo asumo que el problema fue que pasé mucho tiempo pololeando, y no estuve tan expuesta a que las cosas varíen de un momento a otro. Por eso me he preocupado todos estos meses de concentrarme en otras cosas, como los estudios, la maldita PSU, aprovechar lo que me queda en el colegio, etc. Dejar que las relaciones, juntadas, citas, me pesca o no me pesca, no sean tema para que todo fluya con naturalidad. Pero es difícil no cuestionar al mundo. O sea, no puedo evitar preguntarme cómo chucha lo hace el resto para sobrevivir dignos a esas relaciones fallidas. Esas que no van a ninguna parte pero mientras duran se pasa super bien, luego bien, luego no tan bien, y luego fallan. ¿Hago como que no me importa? No es la inestabilidad lo que me carga, porque la entiendo y la acepto. Me carga tener que aparentar sólo para que no se den cuenta que en verdad sí me importa. Me carga pensar que pierdo mi tiempo complicándome por tonteras. Si la idea es pasarlo bien y dejarse querer, ¿qué hace una complicándose? De momento, todavía no le encuentro la espectacularidad a la soltería… ¿Soy la fomedad hecha persona?
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