Recuerdo que cuando iba en el jardín las tías semanalmente hacían actividades relacionadas con el medio ambiente. Desde cuidar el agua cuando enseñaban a lavarnos los dientes hasta plantar árboles en el patio del colegio; todo con el propósito de concientizarnos por la deforestación.
Así fue durante los años de la educación pre-escolar, luego comenzó la básica y se excluyeron todas las actividades entretenidas relacionadas con el cuidado del planeta. La responsabilidad pasó a manos de los padres, quienes en mi caso, fueron severos al verme botar un papel al suelo o cuando jugaba con agua.
También fueron didácticos y pusieron harto énfasis en lo que respecto al reciclaje y en la realización de compost, igualmente con la mantención de los árboles y flores del jardín que tanto cuidaba mi mamá. Pero, ¿en quién recae la responsabilidad de la educación ambiental? En este sentido, el Ministerio del Medio Ambiente se propuso ser un eje transversal de gestión para educar a la ciudadanía sobre el desarrollo sustentable.
Desde la creación en 2003 del Sistema Nacional de Certificación Ambiental de Establecimientos Educativos (SNCAE), se han unido al programa unos 1.300 colegios (parvularios, básicos y educación media) a nivel nacional. Dichas instituciones han introducido en sus metodologías educativas –e infraestructura- un cambio que promueve el cuidado del entorno y con esto un desarrollo sostenible.
Este organismo depende del Ministerio de Educación, el Ministerio del Medio Ambiente y la Organización de Naciones Unidas para la Educación, Ciencia y Cultura (UNESCO). A través del artículo 6º de la Ley de bases del medio ambiente, las autoridades buscan fomentar en el proceso educativo conocimientos modernos de la protección ambiental, orientados a la toma de consciencia de los problemas ambientales.
Así, el SNCAE otorga una certificación a los colegios que generan metodologías y estrategias aterrizadas al entorno social para generar cambios de fondo en la sustentabilidad y finalmente, en la mejora de la calidad de vida. Sin embargo, estas medidas no bastan si no se realiza un trabajo colaborativo entre las instituciones educativas, las autoridades gubernamentales, la familia y sobre todo a nivel personal, ya que sólo de esta manera lograremos cambios radicales y a tiempo antes de destruir el planeta. Podemos partir por dejar la sala limpia antes de irnos a la casa, ¿no?