Temática presente muy fuertemente en la realidad chilena en el último tiempo, son varias las posturas existentes respecto a este tema, y, en conjunto con ellas, varias son las justificaciones que las acompañan. El problema es que quizás el cuestionamiento respecto a educación debería ser diferente, antes de pensar en educación gratuita se debería evaluar lo que ésta conlleva, los posibles productos de la misma, las inversiones que se han hecho en torno al tema y los resultados que han arrojado las mismas.
El académico y economista de la Universidad de Santiago (Usach), Víctor Salas, apunta que lograr una educación gratuita en el país es una decisión sociopolítica, no sólo económica. Señala, además, que luego de las movilizaciones 2011 el incremento del presupuesto en educación 2012 fue mínimo, 20% respecto del año 2011, aprobándose un presupuesto de $1.369.012 millones para el sector, lo cual demostró que el gobierno ni siquiera tenía (tiene) intenciones de llegar a un punto intermedio, con esos incrementos no alcanzan a respaldar la tesis de que se harían cargo de sus universidades. Por otra parte, el académico enuncia que la educación gratuita no es viable cuando una sociedad no está dispuesta. Hay países muy capitalistas que realmente se rigen por la economía de mercado, los cuales si poseen educación sin costo.
Desde el punto de vista inversión-calidad hay profesionales, como Rosita Camhi, Directora programa social de Libertad y Desarrollo, quienes señalan muchas cosas positivas en torno a los presupuestos en educación, de hecho, entre 1990 y el 2010 el presupuesto creció seis veces y en 2010 alcanza a $4,4 billones de pesos. El gasto en educación escolar de básica y media por alumno también ha ido aumentando. Creció 5 veces entre 1990 y el 2008. Este mayor gasto ha traído mejoras al proceso educativo y se ha destinado a infraestructura, extensión de la jornada, más textos escolares y material, más bibliotecas etc. También se ha ido ampliando la cobertura de media, la cual alcanza el 80%.
El gasto escolar en Chile alcanza a 3,4% del pib/cápita, cifra similar a los países de la Organización para la cooperación y el desarrollo económico (OCDE). Sin embargo, nuestro sistema educativo ha sido ineficiente en transformar estos mayores recursos en mejores resultados de aprendizaje. Las pruebas SIMCE de medición de la calidad de la educación no muestran progresos en el rendimiento escolar, salvo algunos colegios subvencionados que atienden a niños de sectores vulnerables y que han logrado excelentes resultados. Quizás se debería pensar que si se quiere lograr una educación al nivel de país desarrollado se requieren más recursos. Sin embargo, antes de continuar aumentando la subvención en educación, se debe tener claro cuánto cuesta lograr una educación de calidad y cómo alcanzar los estándares propuestos por nosotros mismos como nación. Tal vez, no se debería aspirar a una educación gratuita para todos, sino para quienes si muestran avances, los más vulnerables.
Al fin y al cabo lo expuesto anteriormente habla de la relación existente entre la inversión económica del país y los resultados que ha dado, lo cual no es menor, pues poner dinero en algo que no da resultados no es muy inteligente, pero, si la pregunta es ¿Es posible la educación gratuita en nuestro país? La respuesta debería ser positiva, según Francis Valverde, Coordinadora ejecutiva Asociación Chilena pro Naciones unidas (ACHNU). La educación gratuita en Chile puede y debe existir. Nuestro país cuenta con los recursos humanos y materiales para que el estado asuma su responsabilidad como garante del derecho a una educación de calidad, frente a todos los niños y niñas sin importar su origen social. Agrega que, si Chile es un país suficientemente desarrollado como para pedir el ingreso a la OECD, debería prestar atención al informe de dicho organismo en 2004, que arrojó que nuestra educación está claramente estructurada en torno a las clases sociales. Un país que, como el nuestro, quiere y puede llegar a ser parte de las naciones que generan propuestas de cambio democrático a nivel mundial, necesita poner énfasis en el mejoramiento de calidad de la educación.
Nuestro país sí es económicamente capaz de proveer de educación gratuita a todo quien la necesite, se dice que para llevar el gasto público en educación del 4% del PIB actual hasta el 7% que exhiben los países desarrollados, se requerirían adicionalmente unos 7 mil millones de dólares por año, es decir, sólo un 23% de las utilidades mineras. Chile es el país más rico en América Latina nuestro ingreso per cápita se empina a los 15 mil dólares anuales mientras Argentina está en torno a los 13.500 dólares y Brasil en los 10 mil. En Brasil, el Estado debe financiar al menos una universidad pública en cada estado, en donde los estudiantes no tienen que pagar matrículas o aranceles; lo mismo ocurre en Perú, Uruguay, México y otros países de la región.
Marcel Claude señala en un diario antofagastino “Soplan buenos tiempos y la imagen luminosa de otro país, se levanta y se agiganta en el cercano horizonte”, cuando hay más dinero en el hogar todos viven, o deberían, vivir mejor.
El sistema público es la norma general a nivel mundial. Lo aplican países socialistas como Cuba y países capitalistas como Bélgica, Argentina, México, Finlandia y muchos otros. No se trata de un modelo determinado por la ideología, sino más bien, desde la experiencia práctica de que es el que mejor funciona para alcanzar estados superiores de existencia individual y colectiva.
El modelo chileno, es el único en el mundo que permite lucrar con fondos públicos y que privilegia la libertad de empresa sobre el derecho a la educación. Entonces, la idea de una enseñanza gratuita es justa y completamente posible, pero, como se planteó anteriormente, gratuidad no necesariamente garantiza calidad, mientras la pagada claramente tampoco lo hace, según mi perspectiva el planteamiento de este nuevo modelo educativo debería ser prolijamente planteado, pues, si no es así, en unos cuantos años presenciaremos movilizaciones en las cuales habrán lamentaciones del por qué se pierde dinero del estado en una educación que no produce profesionales adecuados y tampoco brinda educación de calidad acorde a los estándares propuestos. En nuestro país claramente el problema no es la disponibilidad de recursos, sino que estamos frente a la cuestión de cómo se están asignado éstos
Finalmente, cabe agregar que en casos como el Argentino, por ejemplo, la educación gratuita no garantiza el acceso igualitario, pues los más pobres siguen sin acceder a la misma. esto debido a que los más vulnerables abandonan la escuela mucho antes de llegar a la educación terciaria. Alejandra Torres, experta en educación de Idesa, en una entrevista con BBC Mundo destacó otra particularidad de la educación argentina: según mediciones internacionales, los alumnos de escuelas y universidades argentinas tienen un nivel educativo inferior a la de sus pares chilenos.
Frente a esto; ¿Crees en la posibilidad de una educación gratuita, de calidad e igualitaria en nuestro país?