¿Y si para medir el desarrollo reemplazamos el Producto Interno Bruto (PIB) por la Felicidad Interna Bruta (FIB)? Lo que parece tener un nombre demasiado alegre como para ser cierto, es real en Bután. Seguramente este país asiático tiene harto que enseñarle a Chile, el cual resultó ser el 43º estado más feliz del mundo, dentro de un total de 156.
Según el estudio, realizado por la Universidad de Columbia, Dinamarca, Finlandia y Noruega son las naciones más alegres. Mientras que Togo y Sierra Leona ocupan los últimos lugares. Para la realización de este ranking, se consideraron factores económicos, sociales y la salud mental. Además se le pidió poner nota, de uno a diez, al nivel de felicidad de los encuestados. En Chile el promedio fue un seis. ¿Suficiente?
Aunque el puesto 43 no suena tan malo, nuestro país se queda atrás entre sus pares latinoamericanos: alcanza la 12º ubicación. Poco sirve ser miembro de la prestigiosa Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE), y tener uno de los más altos ingresos per cápita. En cambio, somos superados por Costa Rica, Venezuela y Panamá, todos dentro de los primeros 21 a nivel mundial.
Y aunque ser feliz pareciera ser un simple tema de autoayuda, esta visión está cambiando. El 2011 la Asamblea General de la ONU aprobó este objetivo como uno fundamental. Así fue como se invitó a los estados a “emprender la elaboración de nuevas propuestas que reflejen mejor la importancia de la búsqueda de la felicidad y el bienestar en el desarrollo, con miras a que guíen sus políticas públicas”.
Si bien Bután no fue tomado en cuenta en este ranking, en otros estudios ha encabezado las listas. “Estamos en una sociedad donde el progreso está cada vez más de la mano con la felicidad”, afirmó Dasho Karma Tshiteem, representante del gobierno butanés.
Karma es secretario de la Comisión de la Felicidad de su país, institución con rango ministerial. El fin de semana pasado, él participó en un seminario donde dio algunos consejos a Chile. “En educación, por ejemplo, puedes hacer pequeñas cosas: introducir conocimientos y habilidades para que la gente viva más feliz”, sugirió. Como ejemplo, en Bután se implementó la meditación en las escuelas, como una medida de salud mental. “Hay que establecer un diálogo con la ciudadanía para saber qué espera ella del desarrollo”, fue otra de las recomendaciones del ministro.
Las políticas públicas, enfocadas en el bienestar anímico, se han estado implementando desde la década del 70 en esta nación asiática. Fueron impulsadas cuando el rey Jigme Singye Wangchuck decidió cambiar el enfoque economicista del progreso, por uno holístico. Actualmente se trabaja en torno a cuatro pilares fundamentales: desarrollo socioeconómico sostenible y equitativo; preservación y promoción de la cultura; conservación del medio ambiente, y el buen gobierno.
¿Qué tan felices son los chilenos? ¿A quién postularías como ministro de la felicidad?
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Agustina