Ayer en la tarde me acomodé en mi cama luego de una agotadora jornada, y me dispuse a ver televisión, como queriendo buscar algo que relajara mi cerebro. Sostuve el control remoto y comencé a pasearme por los canales nacionales: calle 7, una película ultra repetida, Yingo, y un capítulo de los Simpsons, pasado unas 5 veces ya por el ex canal del angelito. Entonces una pregunta vino a mi mente, ¿están contentos los jóvenes con las opciones que les presenta la TV chilena?
A mi parecer, la televisión chilena se encuentra, actualmente, subestimando la capacidad intelectual de los jóvenes. Los contenidos tratados en programas como Yingo y Calle 7 son tan ligeros que parecieran estar destinados a seres con el más mínimo coeficiente de inteligencia. El error se encuentra en que las empresas televisivas han confundido la entretención con la banalidad y la cultura con el aburrimiento.
Remontándonos a los inicios de la televisión, el primer decreto que la regía apelaba a “ ser un puente cultural entre las universidades y el público”, lo que en nuestros tiempos parece casi una ironía.
La base de estos programas es el “cahuín” y el “conflicto”, y pueden pasar horas y horas en una misma temática, que sólo habla de ellos mismos, como si las disputas que se viven en el set fueran reales problemáticas que los jóvenes deben internalizar en su cerebro. Y esto no es todo, los conductores suelen identificarse como “fieles representantes de la juventud chilena”, lo que (espero) no es así.
Lo que a la televisión chilena le hace falta son programas juveniles de conversación, en donde se traten temáticas verdaderamente importantes para la sociedad, que no necesariamente deben ser “lateros” ya que la entretención sí puede ir de la mano con contenidos culturales. Es esta la única forma de lograr una nivelación intelectual de la juventud, y que nuestro futuro no se vea empañado por conventilleos y peleas que de nada sirven a nuestro crecimiento nacional.
Tv chilena para jóvenes: lo que no queremos ser
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Secundarios