Si eres una de esas personas que sufrían en educación física, por el sólo hecho de que implicaba moverse, es probable que hayas evolucionado en el tipo de persona que simplemente no nació para el deporte.
Y es también, muy probable que te identifiques con las siguientes situaciones:
1. Sabes que el ejercicio es necesario.
Porque es cultura general, es obvio, y por algo lo hacíamos en el colegio.
2. Pero lo reniegas y justificas diciendo que cuidas lo que comes.
Juras ser devoto a la ensalada, la fruta, el agua y la sagrada quínoa.
3. Aún cuando eso no sea 100% cierto.
Porque hey, ¡la comida es para disfrutarla también!
4. Odias a los que proclaman su amor por algún deporte.
"Ay, es que NO PUEDO vivir sin deporte"... sal de aquí, gracias.
5. Y aún más: a los que lo hacen posteando fotos de ellos haciéndolo a las 6 am.
Abrir Instagram y ver fotos de gente en el cerro viendo la salida del sol es absolutamente impensable para ti.
6. Más encima, un sábado/domingo (¿están locos?)
Aún más cuando es durante un fin de semana; ¿es que no saben que son sagrados para descansar?
7. Decides trotar para intentarlo.
Es gratis, sólo necesitas zapatillas (que no han visto la luz del día en décadas) y piernas.
8. Duras una cuadra y te rindes.
Porque tus piernas no habían corrido en décadas (más o menos desde que metiste las zapatillas al fondo del clóset).
9. Mientras te preguntas cómo lo hacen los que corren 10k (ó 5, ó 1)
Seguramente tienen zapatillas especiales... ¡o piernas especiales!
10. Decides que caminar y subir escaleras es suficiente.
Total, es ejercicio igual, es gratis, y no te vas a dar ni cuenta cómo te vas poniendo en forma.
11. Evitar básculas y ropa ajustada es una excelente idea.
Es decir, si te sientes bien ¿qué importa el resto?
12. Ver deportes en la tele es mucho más emocionante comiendo algo rico y calórico.
Es la regla del gym y el ñam; todo sobre balance.
13. A la cresta el deporte, compraré más ropa elasticada.
¡Santo remedio! Serás por siempre de la misma talla.