Te sorprendería saber que la identidad de género no es blanco y negro. Hay más que “femenino” y “masculino” en el mundo, solo que las expectativas sociales muchas veces nos obligan a ajustarnos a uno de ellos.
Probablemente en algunas ocasiones te hayas preguntado de donde vienen los clásicos chistes sobre “la mina que maneja mal”, el hombre que es “zorrón” porque anda con la “chica fácil”, el “afeminado” – todos estos son estereotipos de género, es decir, ideas que pone la sociedad sobre cómo deben ser los hombres y las mujeres.
Esto ocurre, porque la identidad de género es una construcción social, es decir, el producto de múltiples acuerdos y convenciones que se han ido consolidando a lo largo de la historia y con la cultura, sobre cómo debemos ser lo femenino y lo masculino.
Primero preguntémonos ¿Qué es el género?
En este momento, cabe hacer una diferencia entre lo que entenderemos por orientación sexual, identidad de género y sexo biológico. Todos los seres humanos tenemos las 3 clasificaciones.
Tu orientación sexual, se refiere hacia quien o quienes te sientes atraído románticamente: emocional, física y espiritualmente.
Tu sexo biológico, se define en base las partes de tu cuerpo y más específicamente, a tus órganos sexuales, hormonas y cromosomas. Es el sexo que se te asigna al nacer por un médico – siendo las principales categorías hombre, mujer o intersexual (a lo que se le llama popularmente hermafrodita).
Tu identidad de género en tanto, es un concepto mucho más amplio y abstracto. Es como tú te identificas a ti mismo dentro de los estereotipos de “hombre y mujer”, y además como lo demuestras hacia los demás, tanto en la forma como te vistes, como actúas y como interactúas con los demás – es decir, tu sentido de pertenencia hacia una de las categorías de género definidas por la sociedad. Tu género no está definido por tu cuerpo, sino por lo que sientes, como te expresas y tu identidad personal.
Algunas personas son conscientes de su género incluso desde niños, sin embargo algunos no. Tus padres, cuando nacen, te suelen asignar un género en función de tu sexo biológico, asumiendo que con ese rol te identificarás toda la vida. Esto puede no ser así, y es entonces cuando caemos en confusiones respecto a quienes somos y quien queremos ser.
El género incluye un espectro amplio de roles e identidades, algunas han sido ya reconocidamente por la cultura popular, sin embargo otras están empezando a reconocerse solo en la actualidad, con la llamada “expansión de género”.
Cisgénero es una persona que se identifica con el género que le asignaron al nacer: femenino o masculino.
Transgénero, es una persona que no se identifica con el género que le asignaron al nacer, femenino o masculino.
Bigénero, es una persona que se identifica con ambos géneros al mismo tiempo.
Agénero, es una persona que no se identifica con ninguno de los dos géneros, femenino ni masculino.
Androgino, es una persona que se identifica con ambos géneros en diferentes grados.
Género fluido, es una persona cuya identidad fluye entre dos o más géneros dependiendo de la situación. Puede no sentir cambios en su identidad por años, o sentirlos dentro del mismo día.
Queergénero, es una persona que no se identifica con un género que pertenezca a las categorías femenino – masculino. Dentro de este término caben muchas identidades de géneros definidas por la propia persona, no la sociedad.
Estos son solo términos. Al final, estamos en libertad de sentir y vivir nuestra identidad como nos parezca que es adecuado.
Quienes somos, es definitivamente un tema importante. En base a como nos percibimos nosotros mismos y lo que pensamos acerca de ello actuaremos con los demás y se irá determinando nuestra vida. Cuando no se respeta nuestra identidad, lo que somos, se forja un impacto negativo sobre nuestra autoestima y autoconcepto.
Es común que en una sociedad a veces tan retrograda como la actual, muchas veces se imponga una identidad de género sobre una persona como norma, castigado socialmente si no se cumple con ello. Desde ahí nacen los estereotipos, la discriminación y lo términos ofensivos para referirse a los demás. En fin, la falta de libertad de expresión.
Hay muchas cosas que podemos hacer al respecto. Por ejemplo, respeta a los demás, respeta la identidad. No sigas alimentando los estereotipos que causan tanto bullying entre tus pares, no seas el que pone etiquetas sobre el chico que quiere usar maquillaje, o la chica que usa el cabello muy corto. Somos lo que somos y si queremos respeto por nuestra identidad, debemos empezar por ahí.
Habla si alguien está discriminando contra una minoría de género, recuerda que somos la generación de las comunicaciones y las redes sociales, canales muy efectivos para denunciar injusticias sociales. Preguntando, conversando y discutiendo se logrará normalizar este tema y tantos otros que la sociedad considera tabú.
Por otro lado, nunca asumas el género de otro a menos que este nos diga, no sin preguntar – si alguno de tus compañeros se cambia el nombre o quiere que le llamen con un nombre o pronombre contrario al género que tú crees que tiene, respétalo. Estás pequeñas cosas que todos podemos hacer, harán una gran diferencia para ellos.
En cambio, si sientes que tienes dudas sobre tu género, no te sientas forzado a calzar dentro de una de estas categorías. No es necesario que te definas si estas conforme con quien eres. El género es diverso, es variable, y puede cambiar hasta incluso, cuando somos ancianos. Así que no te asustes. Es cierto que la sociedad o tus padres no siempre lo entenderían porque ellos son de otra generación, y la expansión de género es un movimiento muy actual que ellos no vivieron, por eso es necesario que les expliques, los eduques y los comprendas si no te entienden al principio, a fin de que ellos puedan comprenderte a ti.