Cuando cursamos tercero y cuarto medio, ya estamos en la quemada para que nuestras vidas cambien y también para que dejemos atrás la vida de secundario y pasemos al hermoso y desconocido mundo de la universidad. Aunque en la vida no todo es fácil, el proceso de cambio es bastante complejo, ya que debes pensar en qué estudiarás y si aún no has descubierto tu vocación, forzarte a hacerlo antes de que termine el colegio. Además, debes estudiar y estudiar como chango para la PSU y así asegurarte un buen puntaje y también un cupo en alguna universidad tradicional. Pero siempre está ese compañero que es más flojo que el dedo chico y que su paso de un curso a otro, parece más bien un acto de magia en lugar de la consecuencia del aprendizaje. Y como en pedir no hay engaño, el más flojo del curso jura que quedará en la Universidad Católica o la U de Chile.
Al escucharlo hablar con tanta seguridad del buen puntaje que sacará, cómo será su llegada a esas casas de estudio y lo bien que le irá en la carrera que tiene pensado seguir, que tú te cuestionas si es demasiado religioso y cree en eso de los milagros y las causas imposibles, si su ingenuidad no tiene límites, si esa es su forma de evadir el hecho de que ni en una privada o instituto recibirán a alguien tan flojo como él o simplemente es un cara de raja que vive tentando a la suerte y que curiosamente, hasta ahora ha logrado avanzar gracias a la ley del mínimo esfuerzo.
Lo que no se puede negar, es que ese perfil de compañero tiene un talento innegable para engrupir y para crear historias en su cabeza, que terminan siendo tan convincentes, que hasta él se las cree de tanto repetirlas y que han sido sus comodines para engañar a los profes crédulos y así pasar de curso por obra y gracia del espíritu santo. Que lo asaltaron y le quitaron la tarea, que tuvo un problema personal y no tuvo cabeza para pensar en la escuela o que se siente mal porque por más que trata no aprende, son algunas de las chivas que lo has escuchado decir y que no tendrían nada de malo, pero viniendo del apodado "mandíbula de abajo", no son más que patrañas varias. Pero dicen que los que venden humo sueñan en grande y es por eso que este compadre ya está haciendo mandas, prendiendo inciensos de San Expedito o pidiendo deseos en distintas fuentes, para que su anhelo de quedar en la Cato o la Chile se haga realidad. Claro, ese tipo de prácticas son mucho más certeras que dedicarse a estudiar y esforzarse por lo que quiere.
¿Pero y si en verdad es inteligente? tal vez ha estado disfrazando su inteligencia en el cole y tiene reservado todo el fuaaa para pa PSU y lo que busca es convertirse en una especie de leyenda o de celebridad del curso, por haber logrado lo que muchos no pudieran y por haberlo hecho solo. sin apoyo de sus compañeros y sin que nadie le tuviera una pizca de fe. Tal vez es el más vivo de todos y ha sacado la vuelta sólo para aprovechar el momento preciso y no desgastar su cerebro. Pero cuando lo ves durmiendo en clases o contestando con una pregunta cuando un profe le consulta sobre alguna materia, cachas que de superdotado no hay nada.
Lo más gracioso de todo, es que el muy patudo se cree con derecho a criticar al resto y más de alguna vez lo has escuchado decir que tal o cual compañero es tonto, lento o ñoño y ahí es cuando te arde la vena de la frente y te dan ganas de decirle que el más pastel y rey de los flojos es él. Sin embargo, sólo atinas a quedarte callado y escuchar las tonteras que salen y salen de su boca, diciéndote a ti mismo que si pagaran por hablar estupideces este tipo no tendría donde guardar tantos millones.
Además, el joven no se conformará solamente con entrar a la Chile o la Cato, sino que además habla de carreras como ingeniería, filosofía o medicina ¿cuándo inventaron la ingeniería en vagancia? si es que existe esa carrera, él se graduaría con honores. Aunque, pensándolo bien, igual afuera hay profesionales que son cero aporte y que tal vez, en su juventud, eran de la misma especie de este vagoneta que quiere llegar a las universidades más prestigiosas de Chile. Tal vez hay una dimensión paralela, en donde la gente penca logra quedar en buenas universidades y obtener un título de ellas (con ayuda de un scanner, Photoshop y varias lucas de por medio).
Está bien soñar en grande y tratar de vencer nuestros propios límites. Pero hay una diferencia grande entre ser un soñador que cumple sus metas paso a paso y quedarse sentado mientras imaginas que eres presidente del mundo. En ese punto, notarás si eres alguien que sirve para dar la pelea de la vida o un flojonazo que vivirá volando "a lo Gokú", en su propia nube, pero de patrañas.