Lo siguiente es una historia absolutamente real y verídica que relataré porque marcó mi vida profundamente. También lo veo como una oportunidad para dejar un testimonio respecto a mi participación en las tomas estudiantiles.
Hace un par de años, cuando entré a primero medio, no era más que un estudiante secundario que se las daba de rebelde y contestatario. Me gustaba ir a tocatas punkis y para que negar que también me gustaba "carretear" y beber alcohol de una manera casi inhumana. También me gustaba tocar música y ver películas.
Cuando empecé el liceo me hice una banda punk rock contestataria junto a unos amigos comunistas. Eso me llevó a juntarme con punks, metaleros y hippies. A varios de ellos los sigo respetando hasta el día de hoy debido a la firmeza de sus convicciones. A otros no tanto, ya que se les notaba que sólo estaban metidos en la cosa "distroyer", para llamar la atención o porque no tenían nada mejor que hacer con sus vidas. Yo tuve un poco más de suerte, o mejor dicho, un padre que siempre me obligó a estudiar, lo cual agradezco hasta el día de hoy, sino, capaz hubiera terminando peor aún. Respecto al tema político me considero un "anti-ideología". Es que creo que las ideologías no son más que otra forma de manipular a las personas más débiles. Todo se trata de un gil "vivaracho" que logra convencer a otros giles más pavos.
En esa distorsionada época de mi vida, ocurrió que comenzaron las movilizaciones "por el fin del lucro y una educación gratis y de calidad". Mis compañeros de liceo decidieron sumarse a lo que estaban alegando los universitarios. Como eran bastante radicales para pensar, terminaron apoyando los paros y las marchas para finalmente tomarse el liceo en varias ocasiones. Según ellos, todo con el fin de que el gobierno de Piñera los "pescara" de manera más rápida.
Aunque también pensaba que la educación no era la mejor, sentía que la manera de proceder no era la más correcta. Ese punto de vista lo tenía, gracias a los valores y consejos que me dieron mis padres, los que veían la embarrada que quedaba en liceos y universidades o como muchos alumnos, incluso, terminaban heridos al enfrentarse contra los carabineros. Ellos me pidieron que no participara en ninguna toma o marcha estudiantil. Supongo que lo hacían para cuidarme, pero al final, no hice caso.
3 días para olvidar.
Me integré a las tomas estudiantiles para apoyar a mis compañeros, pero me arrepentí a los 3 días. La verdad es que me decepcionó y desconcertó el ambiente que reinaba alrededor del liceo. Todo se resumía en consignas izquierdistas y discursos ideológicos, sumado a documentales sobre el cobre y técnicas para quitarle la plata a los empresarios. Además, siempre terminaba todo con un "carrete" en la noche. Tampoco me gustó ver como se destruía el mobiliario, las sillas o las mesas de las salas de clases, las cuáles se ocupaban para defenderse en los enfrentamientos con los carabineros. La cosa no era como yo pensaba y me desmotivé caleta. Empecé a darme cuenta que para muchos, eso de la "lucha social", sólo era una escusa para pasarlo bien, dárselas de bakan y no ir a clases.
La experiencia más amarga la tuve cuando ya no quise seguir apoyando la causa y pasé a ser el "facho" maldito entre mis compañeros. Aunque eso no fue lo más cuático. Un día que ya habíamos vuelto a clases y la cosa se estaba normalizando un poco, varios compañeros pro-toma quisieron realizar un nuevo paro, sólo con el fin de no dar una prueba de historia. Yo no me considero un estudiante modelo para nada, pero darme cuenta de lo patético que se podía llegar a ser para no cumplir con algo tan básico y que se supone, estaban defendiendo, me llevó a concluir que la mayoría de esos tipos no eran más que unos chantas.
Decidí armarme de valor y decirles que iba a entrar a la sala de clases porque estaban mal enfocados. Se enojaron y quisieron detenerme a la fuerza, afirmando que nadie quería dar la prueba. Luego se las sacaron diciendo que yo no apoyaba una causa que ayudaba a todos los chilenos. Lo incoherente de esas palabras me hizo alterarme y entrar empujando a los que me detenían. Finalmente logré entrar y la mayoría de mis compañeros también. Después de rendir la prueba, me sentía mal, pero se me pasó cuando un par de compañeros me susurraron al oído: estuvo bien lo que hiciste, gracias.
Como me sentía un poco culpable, ya que de todas formas no quería perjudicar a nadie, me fui a comprar algo de comer al kiosko para pasar las penas. Me compré un completo, una bebida y me senté solo a comérmelo en una banca que había en el patio. Cuando ya me estaba relajando y creía que todo el incidente había quedado atrás, vino la guinda de la torta. Y es que nunca, pero nunca olvidaré cuando desde lo lejos me gritó una compañera: ¡Buena conche' tu madre, nos cagaste la onda!. Todo fue tan rápido, que ni me fijé quién había sido, pero el odio que había en sus palabras sí lo sentí y es algo que recuerdo hasta el día de hoy.
Esta misma historia se la conté el otro día a mi hermana, quién entró a primero medio este año. Le dije que tuviera cuidado si se le ocurría meterse a las marchas, ya que los paros y las tomas estudiantiles no son como las pintan en los discursos políticos. Al menos a mí, me trajeron más problemas que beneficios.
Imagen CC Andrés Navarro