Por Jasna González Los inicios del Cosplay se remontan a la década de los 70's en las ferias de venta de cómics o Comiket que se realizaban y se continúan efectuando hasta nuestros días en la ciudad de Tokio, Japón. Con el pasar de los años esta modalidad se adoptó en otras ferias de cómics y eventos relacionados con elementos de la cultura nipona alrededor del mundo, obviamente los chilenos no nos quedamos fuera, y también se incorporaron las competencias y exhibiciones de cosplay, además de acondicionar espacios para sesiones fotográficas dentro de los mismos eventos que se comenzaron a realizar en Chile a principios de los 90`s en Santiago, para luego extenderse rápidamente a regiones.
Sin quererlo el cosplay se ha transformado en la parte más atractiva de dichos eventos, “todo el colorido más la música, en relativas cuentas toda la parafernalia que lleva el cosplay en sí mismo es llamativo para cualquiera, no sólo para los aficionados a este tipo de cosas".
Preparar un cosplay suele llevar meses, dentro de los cuales se arman los trajes, se estudia el personaje a realizar y en base a eso se arma una presentación artística que debe realizar cada cosplayer en competencia, “finalmente todo se reduce a tiempo, un poco de presupuesto y habilidades manuales” cuenta Elaine Lineros de 26 años, estudiante de derecho más conocida como Malina , ella lleva compitiendo desde el 2005 hasta la fecha y ha ganado varias competencias.
Sean principiantes, experimentados o ya de plano consagrados como cosplayers, el factor común que los identifica es su afición por el anime, los videojuegos y la cultura japonesa, esto ha sido exacerbado por el cada vez más libre acceso a Internet generando toda una serie de contenidos agrupados principalmente en foros.
La mayoría de los cosplayers comenzaron a practicar el cosplay en la adolescencia, motivados principalmente por el interés que le generó un personaje en específico de la serie de animación japonesa de moda en ese momento. “Mi primer cosplay fue a los 12 años, en ese momento estaba obsesionada con la serie Sailor Moon y los trajes me parecían preciosos, además una amiga más grande que yo que hacía cosplay me motivó bastante, y aprovechando mi parecido con uno de los personajes, me decidí e hice el traje, así empezó todo, y sinceramente no me arrepiento” cuenta Elaine Lineros.
Hay otros cosplayers que han estado vinculados a las artes escénicas a lo largo de su vida, muchas veces iniciados en esos asuntos por sus padres durante su etapa escolar, es el caso de Carolina González: “Debo sincerarme y admitir que el cosplay es parte importante de mi vida, va mucho más allá de un afición. Al principio solo pretendía complementar mis conocimientos de teatro con mi gusto por la animación japonesa, pero luego me di cuenta que las personas se deleitaban al verme hacer mis performance con esos trajes que hice yo misma, eso me hizo y me sigue haciendo sentir sumamente realizada” esboza una sonrisa y un brillo en los ojos que apoyan lo dicho. Mira la hora y recuerda que debe ir a hacer unas clases particulares de ingles, se despide de beso y apretado abrazo, luego se aleja “a la velocidad de la luz” al menos así lo diría ella.
Imagen CC Omarukai