En todos lados existe el compañero bully o el que es terriblemente pesado. Bueno, en mi caso no fue una excepción.
Yo estaba en segundo medio. Era marzo y lo único que quería era partir el año tranquila y bien. Nunca he sido de esas personas molestosas ni nada por el estilo, lo que no quiere decir que no tenga una personalidad fuerte. Si no se meten conmigo entonces no tengo porque ser bruta.
La cosa es que llegó el famoso compañero nuevo. Recuerdo que en esa época era un fideo: alto y flaco pero con algo que era muy encantador.
Claro, todas estábamos vueltas locas con el pobre cabro – aparte de que las hormonas no perdonaban en esa época – y él en un principio se mostró súper tímido lo cual lo hacía más atractivo para nosotras.
Nos sentábamos cerca y él empezó a hacerse mi amigo. Mientras más me juntaba con él más me gustaba, así como también más descubría cuál era su personalidad.
En pocas palabras era un imbécil. Y creo que la mayoría de las mujeres (para que después no me anden diciendo que generalizo) nos gusta que los hombres sean ese prototipo de bad boy o chico malo. La cuestión es que mientras más mal me trataba, más me gustaba lo que es totalmente ridículo.
Además que me daba rabia porque cuando le convenía era el gallo más simpático del mundo: cuando se enfermaba o necesitaba algo se ponía súper cariñoso con la persona que él necesitara, de hecho, más de alguna vez fui a su casa a acompañarlo y a hacerle cariño y al día siguiente seguía siendo el hombre más molestoso. Me acuerdo que incluso más de alguna vez me dejó llorando por ser tan bruto. De repente me pegaba – sin malas intenciones realmente, sólo para molestarme – y ni él se daba cuenta de la fuerza que tenía. Claro po, él pensaba que era un hombre más del grupo. ¡Es más! Cada cierto tiempo tenía que recordarle que era niña y no tenía por qué andar escuchando sus cochinadas. Pero no lo podía evitar, me gustaba mucho y llegué a un punto donde no sabía que más hacer. Intenté llamar su atención siendo tierna y preocupada con él y definitivamente no me funcionó. Después traté de ignorarlo pero no me servía mucho porque cada vez que llegaba tierno al lado mío no le podía decir que no. Incluso hice que mis amigas intentaran sacarle información sobre mí, pero era tan reservado que ni eso se pudo saber.
Hasta que con el tiempo y a propósito nos empezamos a alejar y de vez en cuando nos llamábamos la atención. Creo que con eso logré engancharlo porque mientras menos me importaba lo que él hacía todo lo posible por llamar mi atención.
Por esas cosas de la vida, él se volvió a cambiar de colegio y pensé que nos íbamos a distanciar mucho (de hecho así fue), pero cuando entré a la universidad, me tocó la coincidencia de ser su compañera.
Claramente sigue siendo el mismo imbécil que conocí, pero WOW… Cambió muchísimo físicamente. Ahora es más alto de como lo recordaba pero con todos y cada uno de sus músculos muy marcados.
GUA-PÍ-SI-MO
Así que todo lo que ya había superado, volvió a reaparecer en gloria y majestad…
¿Alguna de ustedes le ha gustado el bruto del curso? Porque no me vengan con cosas, a muchas (y sí, me incluyo) nos gustan los malos de libro.
Imagen CC vía Andy Rennie