Desde tiempos innombrables que usar frenillos es algo incómodo, no tanto por el dolor que causan los primeros meses, sino porque socialmente es visto un tanto nerd. Sobre todo en el colegio, donde muchas veces nos molestan por usar estos metales en los dientes… pero, ¿es para avergonzarse tanto? La verdad es que usar frenillos es una gran solución para que tus dientes luzcan como la soñada “sonrisa pepsodent”, donde los dientes están ordenaditos y más de alguna conquista puedes realizar. Son más beneficios que elementos en contra, pero igual nos dio lata (para quienes pasamos por eso) ir al dentista y que nos dijera: DEBES USAR FRENILLOS. No sé por qué, pero recuerdo esa horrible imagen donde un niño o niña tiene que usar brackets con un alambre metálico alrededor de la cabeza, ¿patético no? Como Darla, la sobrina del dentista que aparece en la película Buscando a Nemo.
El castigo de usar frenillos quizá no sea tan terrible en la básica, donde nos molestan, nos hacen burla, terminamos odiando a todo el mundo, pero no pasa de eso. Es en la media donde se transforma en un elemento que casi siempre te juega en contra. Usar frenillos en esa etapa, cuando estamos en la conquista del primer amor ¡o del segundo, tercero o cuarto! es un verdadero castigo.
Pero no todo es tan malo ya que después de todo el sacrificio, tenemos una gran recompensa. Dientes sanos y sobre todo, más confianza en nosotros mismos para alegrar tanto nuestra vida como la de los demás con una simple sonrisa.
Y tú, ¿te tocó usar frenillos alguna vez?