Que pasamos pegados a Facebook, Twitter, Tumblr y cuanta red social se pone de moda no es ninguna novedad. Hacemos hasta lo imposible por mantenernos comunicados con nuestros amigos y al tanto de todo lo que conversan/ven/escuchan/copuchentean los otros.
El problema es que no siempre podemos darle rienda suelta a nuestra interacción. O sea, es demasiado común que los profesores no sepan cómo manejar nuestra concentración por culpa de los celulares y si no somos cautelosos, muchas veces esa falta de concentración se traduce en malas notas o en anotaciones negativas.
Estas situaciones dentro de la sala de clases no son de extrañar si consideramos que Chile es el líder regional en el uso de internet y, como les contamos hace un tiempo, nueve de cada diez chilenos que usa internet son usuarios de alguna red social. Por ende, es lógico que no nos podamos despegar Facebook o Twitter.
Sin embargo, lo que para los profes puede sonar una aberración, hay quienes piensan que la introducción de las redes sociales a la rutina escolar puede favorecer a que sociabilicemos más y mejor. Lo rápido e impersonal del proceso se puede transformar en un excelente motor de integración en personas tímidas, siendo también parte de nuestro proceso formativo.
Es decir, incluso si elegimos bien en dónde y a quién le ponemos el ojo, las redes sociales pueden resultar ser un excelente filtro entre la infinita información/noticias/memes/peleas/eventos,etc. disponibles en la web. Sin el afán de ofender al profe que se enoja cada vez que se le cruza un celular por su vista, podemos intentar compatibilizar la rutina dentro de la sala de clases con una miradita al mundo exterior de vez en cuando... ¿Cómo no vamos a ser capaces?