Desde Pong hasta los últimos lanzamientos en la industria videojueguil han tenido fanáticos y consumidores en todas partes del mundo. El gamer hoy en día es cada vez más común en la sociedad y, por lo mismo, las grandes empresas comienzan a encontrar mercado e intereses donde antes sólo veían a perdedores sin nada útil que hacer. Lo anterior es un hecho, en los mall, en los supermercados, en las ferias, en tiendas especializadas y muchos otros lugares te puedes encontrar con gran variedad de juegos para distintos tipos de plataformas y todos los gustos posibles; ¿significa esto que por fin los videojugadores están siendo aceptados como personas de bien y con un pasatiempo digno de imitar?, NO.
Un reciente estudio ha dejado claro que los videojuegos aún son mirados con desdén por la sociedad de este país. Pero antes de profundizar en el tema, debo reconocer que me considero un Gamer, por lo tanto, este estudio me deja muy mal parado y con severos problemas de depresión que me costará demasiado superar... (mentira). Realizada por el Centro de Estudios Universitarios de la UNIACC, esta investigación lleva el nombre de “Conductas de juego y actitudes hacia los videojuegos en Chile” y arroja una gran cantidad de resultados bastante interesantes que comentaré a continuación.
Entre los que más destaco está el siguiente: El mayor porcentaje de gamers indiscutibles y con serios problemas de -según la investigación- adicción, pérdida de tiempo, pérdida de comunicación social, entre otros, es el 30,09% que equivale a personas en un rango de edad de 25-39 años, es decir, adultos-jóvenes cesantes, universitarios con doce años de carrera incompleta, hijos que se niegan a abandonar la casa de sus padres, entre otros (bromeo). A éstos especímenes los siguen muy de cerca, con un 20,51% los mini-gamers, así es, con un rango de edad entre los 8 a los 12 años; entre ellos podemos encontrar a el hermano chico que jode para que lo dejemos jugar, el pequeño que queremos se quede callado y le prestamos la consola, los niños que nos hacen cuidar, la hermana de la polola... etcétera.
Por otro lado, algo que no puedo dejar de comentar es el estrato social donde nos encontramos mayoritariamente los fanáticos de videojuegos. Según el estudio, más del 40% de los gamers se encuentran en el estrato social D, quienes ganan entre $200.000 y $300.000 pesos (pueden comprarse juegos, sí, pero sobrevivir... lo veo difícil, por lo menos en familia). Puedo concluir con esto que, aparte de ser veinteañeros (y un poco más), los gamers en Chile somos pobres o, como dirán nuestros padres: “¡son pobres porque quieren serlo, no se esfuerzan lo suficiente!”. El resto de los jugadores se divide en el estrato C3 con un 24,66%, el C2 con el 24,83% y el C1 con un 10,36% de lo que podemos rescatar lo siguiente: mientras más plata tienes, menos juegas. Lógica pura.
Entre las cosas negativas que provocan los juegos encontramos lo siguiente: un 27% de las personas de la muestra creen que los videojuegos generan adicción a todo aquel que los juega con periodicidad, un 17,9% dice que son una pérdida de tiempo (creo que por alguna razón lo llaman un “pasatiempo”), otro 17% se siente molesto por la cantidad de violencia, en muchos casos excesiva, que muestran diversos títulos disponibles en las distintas consolas, ya más abajo, un 6,7% de la muestra cree que provocan una costumbre por los hábitos sedentarios y, por consiguiente, una grave falta de ejercicio físico.
Pero no todo es malo, el resultado también arroja que el 49,6 de las personas coincide en que los videojuegos son una gran alternativa (más que el cine, los libros o la televisión), para entretenerse, relajarse y, en general, todo momento de ocio que uno tenga. Además, viéndolo desde una perspectiva de géneros; ya no es tanta la diferencia como sí lo era hace algunos años; hoy en día un 55,45% de los jugadores son hombres versus el 44,55% de las mujeres, buenas noticias sin duda para aquellos que creían nunca encontrar a su alma gamer gemela, ¡hoy no es tan difícil!.
En resumen, los videojuegos están en constante crecimiento, las empresas comienzan a mirarlos con otros ojos, como también lo hace la sociedad; lentamente los gamers son aceptados y, en ciertos casos, respetados. La idea es simple, saber controlar los tiempos de juego para no descuidar el resto importante de cosas que hacer y así, evitar que tus padres te quiten la consola. Todas las cosas pueden generar vicios, hay que saber manejarlas nada más.
Para Terminar, ¿somos realmente así los gamers?
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Gamer Chileno: ¿Veinteañero y Pobre?
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